En lo peor de la crisis, que parece el cuento de nunca acabar, mientras sigue aflorando paro y los 'mileuristas' dominan el mercado laboral, Abdelhadi El Mouaziz, con su doble nacionalidad hispanomarroquí, tiene una curiosa manera de subsistir: gastar zapatillas sobre el asfalto, el tartán o el barro. Pero se trata de sobrevivir, con las bolsas de premios y una inteligente selección de las carreras populares, medias maratones o maratones del calendario español al alcance de sus posibilidades.
Que conste que El Mouaziz es un apellido prestigioso del atletismo. Su hermano Abdelkader, siete años mayor, ganó dos veces el maratón de Londres (1999 y 2001), y una el de Madrid (1994) y el de Nueva York (2000). Con 34 'tacos', si es que hay que confiar en estos datos, Abdelhadi ganó ayer por segunda vez en ese calvario de 42,195 kilómetros que compromete la capacidad de superación del individuo. Lo había logrado en San Sebastián (2007), con su plusmarca, 2h:12.45. Ayer repitió en el II Ciudad de Málaga, con 2h:19.27. Pese al viento.
Eolo condicionó lo que hubiera sido el día y el recorrido perfectos. En Málaga apenas se suben y se bajan rampas. La altitud es inexistente en casi todo el trazado, de largas y desangeladas rectas, que si bien permiten mantener un ritmo muy constante, también dejan al esforzado corredor muy expuesto a los embates del viento, ayer de poniente. Este factor hizo menos bueno el registro de Abdelhadi, cuyas piernas valen más de lo que ayer demostró parando el reloj en poco menos de dos horas y veinte minutos (Juan Vázquez hizo 2h:27.29 el año pasado).
Muy baqueteado en el maratón, el mérito de Abdelhadi El Mouaziz fue correr solo desde el kilómetro cuarto. No hubo, por supuesto, 'liebres', pero tampoco compañeros de fatigas. Pese a ello, no se le vio sufrir mucho hasta el último tercio, cuando empezó a sobrarle todo, hasta el esparadrapo en la nariz para mejorar la respiración. Derramó botellas de agua sobre su cuerpo sudado y comenzó a mirar una y otra vez su reloj de pulsera que apenas había consultado antes, al tiempo que miraba hacia atrás para confirmar que no tenía perseguidores a la vista.
«Me he entrenado mucho para batir mi mejor marca, pero en los últimos kilómetros hubo mucho viento», se quejó después. Lo cierto es que los dos pasos en sentido norte por la avenida Manuel Alvar fueron una tortura con viento en contra. Hasta la bicicleta de asistencia tenía dificultades para seguir su ritmo. «Seguro que volveré el año que viene», prometió, y avanzó que ahora disputará la media maratón de Los Palacios, en Sevilla. Aunque ya ha cubierto objetivos, otro triunfo allí le daría para ir tirando. Fichado por el UMA-Cueva de Nerja procedente del Maracena (lleva siete años afincado en Granada), también ha destacado en el campo a través, con participación en cuatro Mundiales.
Otras batallas por detrás
El maratón es una aventura que cobra tintes épicos a todos los niveles. Si tan importante fue el esfuerzo de Abdelhadi El Mouaziz para subsistir, no menos encomiable fue lo que sucedió detrás. Segundo fue el granadino Modesto Álvarez, que en su sexto maratón batió su marca y se quedó prendado con el recorrido. En tercer lugar, un nombre y apellido que dio lustre al Maratón Ciudad de Málaga, Martín Fiz. El campeón mundial de 1995 (Gotemburgo), acabó con 2h:27.39 y salió de la contrameta como si nada.
Había corrido junto al campeón del año pasado, Juan Vázquez, otro veterano, que en más de medio centenar de maratones ayer conoció el 'muro'. «Es la primera que me vino 'el del mazo'. Lo he pasado muy mal, y ahora ya puedo decir que ya sé lo que es eso. Se siente una impotencia total. Es terrible. Fui siete kilómetros con los ojos cerrados y no sé cómo he llegado», confesó. Al pasar la meta se desmayó entre la alarma de su familia, que lo veía derrumbarse por primera vez. Salió en camilla, pero pronto se recuperó. Valió la pena el esfuerzo, al hacer récord de España de maratón en la categoría de mayores de 50 años (edad que acaba de cumplir).
Fiz, que lo acompañó buena parte de la mañana, tuvo un recuerdo para él y para el Ayuntamiento de Málaga, por rescatar la prueba, y alabó la actitud de los aficionados: «En otros maratones en los que el disparo de salida fue a las nueve me he llegado a sentir muy solo. Aquí no. Por La Malagueta no paraban de animarnos».
La lucha entre las féminas no fue menos interesante. Gemma Arenas, almagreña (2h:57.23), corrió junto a Cristina Allés, cántabra, casi toda la mañana. No se conocían, pero marcaron un ritmo conjunto y, a partir del kilómetro 40, la manchega atacó para ganar y batir su mejor marca, para alegría de su marido y su hijo de un año, Lucas, pendientes del desenlace en el estadio. Beatriz Jiménez fue la mejor de las atletas locales.
De los 722 inscritos acabaron 635, pero apenas medio centenar de ellos bajaron de las tres horas. Se comenzó a correr a 13 grados y se acabó con un apacible día otoñal, salvo por el viento. No hubo incidencias graves en la meta. El despliegue de la Policía Local fue impresionante y la organización (con Pepe Checa, Paco Guzmán y Miguel Bandera a la cabeza), con ayuda de 500 voluntarios, rayó a gran nivel. El gran reto a partir de ahora de este Maratón Ciudad de Málaga es consolidarse. Sin dudas sobre su presencia en el calendario nacional (cada fiesta del 6 de diciembre), para evitar la fuga de corredores de este año, ya que el maratoniano planifica sus pruebas con meses de antelación