¡No es abuso! ¡Es violación!

“Si te roban y no opones resistencia, ¿te han robado o hay acaso otra fórmula para la condena del delito? Si te disparan y pierdes la vida porque no esquivaste la bala ¿acaso no mueres por asesinato?

            “¡No es abuso, es violación!”. “¡Yo sí te creo!”.

Cuando una mujer se decide a denunciar ha de someterse a toda presunción de ser sospechosa … de disimular, de exagerar, de mentir …  ¿por no haber ofrecido la adecuada resistencia?, … ¿frente a los innobles brutos que van desenvolviéndose como si la víctima hubiera dado su consentimiento, siquiera sobrentendido?

Y entonces crece y ahoga la indignación, y uno no es capaz de ponerse en el dolor infinito por la humillación sufrida, una y un millón de veces, por todas las víctimas, las que se han atrevido a denunciar, y también las que callaron y creyeron que disimularon lo que no debieron, porque … al cabo el sentimiento de culpa seguirá horadando el sentimiento de pena y arrepentimiento perpetuo en … la víctima, en la mujer.

Mientras condenas como la “descafeinada”, presentada hoy en los juzgados de Navarra han vuelto a crear un símil atenuante como el de “abuso” para tratar de ocultar el de “agresión y violación”, aunque se admita que la mujer, la víctima no dio “su consentimiento”, y por lo tanto no fue necesario emplear “la agresión, la violencia” sobre la mujer sometida, sobre la víctima apabullada.

Porque esa es la tesitura, la humillación doble y triple que se le ofrece a la mujer, que se juegue la vida frente a quienes desean descargar su deseo sexual … ¿sorprendidos gratamente si la mujer no se revuelve?

No soy yo quien sea capaz de desarrollar los sentimientos que pueden llegar a sufrir las víctimas de sus “no consentimientos”, aunque estén disimulados, pero sí recuerdo que bastantes me han comentado las veces que se sintieron “manoseadas, mancilladas, violadas … mientras ellas procuraban no manifestar un rechazo muy explícito, porque solo pensaban en que aquello terminase cuanto antes”.

Y al final, y después del tiempo, esas mujeres solo podrán seguir sintiendo asco y memoria contra el espanto que sufrieron, contra la violación de la que fueron víctimas.

El pasado 8 de marzo fue un día de exaltación feminista. Ojalá esta sentencia revitalice el deseo, la pulsión, la voluntad y el derecho de erigirse libres e iguales, frente a la brutalidad y la humillación, consciente o no, provocada por quienes no anteponen la sensibilidad y el respeto absoluto a la decisión unilateral de “decir no” porque no se quiere seguir ni un segundo más a merced de quien es reo y culpable de “agresión y violación”.

“Profundo dolor, indignación absoluta, pesar inmenso, vergüenza insondable, voz y solidaridad con las voces de las víctimas, con las reclamaciones de las mujeres”.

Torre del Mar   abril – 2.018

Antonio García Gómez