NO HAY BIEN QUE POR MAL NO VENGA. . . ¿?

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Uno no puede por menos de alegrarse de esta reacción tan sensibilizada, tan herida en sus plácidas conciencias, a raíz de la foto de ese niño, ya cadáver, ahogado en su intento de llegar a Europa, uno entre miles desde hace tanto tiempo y siempre refiriéndonos a los más recientes acontecimientos, desde que el éxodo del hambre, de la guerra, de la miseria, de la injusticia global, de la desigualdad galopante e insaciable y que ha ido recorriendo los rotativos, los titulares, los reportajes . . . sin que, por lo visto, acabara de hacer tanto daño en nuestras conciencias ¿avergonzadas? . . .hasta la foto del horror, . . . solo una más entre millones parecidas.

                                                            Mientras nos decían que el Mediterráneo se había convertido en un multitudinario cementerio, de miles y miles de desarrapados, mientras crecía la xenofobia más miserable y perversa, de norte a sur de Europa, con avales de la ciudadanía esos comportamientos miserables e insolidarios, y nuestros dirigentes colaboraban en el rechazo al socorro.

                                                            Porque parece que la memoria es demasiado frágil, o demasiado parcial e influenciable, o muy “lectoralista”, como para que llegue o no a perturbar más de lo aconsejable.

                                                            Porque ¿dónde estaba esa sensibilidad?, cuando “devolvían” nuestras autoridades “en caliente” a parias medio muertos de hambre que habían osado saltar la valla de Melilla, o cuando “caían” ahogados quince desgraciados que se atrevieron a llegar a España, a Europa, nadando, mientras nuestros guardias civiles, mediante orden correspondiente, disparaban, no se sabe adónde, aunque algunas balas caían muy cerca, o cuando a diario se sucedían los desahucios, de a 150 al día, y apenas suponían un lamento muy liviano, muy pasajero, o cuando ahora mismo, más de dos millones de compatriotas nuestros, en situación de desempleo largo, muy largo, siguen sin recibir ningún tipo de ingreso, . .  .mientras la desigualdad más hiriente y perversa se ha instalado en nuestro país, con el visto bueno de nuestros dirigentes y de cuantos, miles y miles, “no quieren saber nada de nada y ¿de nadie?”. . . mientras demasiadas fortunas hunden sus pies en el fango de la corrupción contrastada y ¿soslayada?, porque “aquí no pasa nada”. .  .ahora que “nuestros corazones y ¿conciencias?” se han visto conturbados  por la insoportable visión de un niño “blanco, bien vestido, muy parecido ¿a los nuestros?” y que parece que nos han hecho ¡pum!, como para ¿volvernos buenos de golpe? . . .  quienes éramos insolidarios, xenófobos y racistas . . . para que todo quede, una vez más, en pelillos a la mar, con un gobierno que “vacila y calcula”, con el tema de “las cuotas de refugiados”, sin ofrecerse con la claridad, prontitud, ya es tarde, y bondad que se necesitaría, contra esta tragedia y contra todas las injusticias sociales que devastan nuestro país, basadas en una “desigualdad injusta, cruel y sonrojante”, al menos para los más pobres entre los pobres.

                                                            Porque el origen de este desastre global, planetario tal vez se encuentre en el sistema, en un sistema que ha consentido y consolidado el desarrollo de “una desigualdad”, que favorece a un segmento privilegiado, enriquecido hasta la obscenidad, y el resto sometido a unas legislaciones absolutamente draconianas, injustas, con pérdida de los derechos humanos, sociales y laborales más básicos.

                                                            Mientras ahora buscan redimirse los guardianes del orden, la moral y el sistema . . . sujetándose a las normativas de la Unión Europea sobre cuántos refugiados deberán acoger . . . para seguir disimulando.

 

                                                            Torre del Mar      septiembre – 2.015