«No pienso confesarme por enseñar democracia y tolerancia»

Tan dilatada es su trayectoria profesional como tenaz e incisivo su discurso. Enrique Conesa, profesor de Filosofía del IES Salvador Rueda, será uno de los primeros profesores que a partir del próximo curso imparta la nueva y controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía. Como docente, se encuentra en el punto medio de las denuncias y las alabanzas, aunque no comparte las descalificaciones procedentes de los ámbitos que más se han destacado y se destacan en contra de la materia, como el sector crítico de la jerarquía eclesiástica.

-¿A qué dificultades se enfrenta el profesor que impartirá Educación para la Ciudadanía?
-Al ser una asignatura nueva, las dificultades son mayores, ya que tenemos que programarla nosotros, y para ello sólo contamos con las directrices oficiales. Los profesores que se hayan preocupado, han podido consultar el decreto, que es público desde el pasado mes de febrero. Nada se ha llevado en secreto.
-¿Qué van a aprender los alumnos con esta asignatura?
-Entre los objetivos que se han planteado las autoridades competentes a la hora de presentar esta nueva asignatura e incorporarla a la nueva LOE, destaca promover una ciudadanía democrática como parte del conjunto de las metas y actividades educativas, objetivo éste que se sitúa en la línea de una serie de declaraciones y recomendaciones que distintos organismos internacionales, desde la misma ONU al Consejo de Europa, han hecho de forma reiterada a los estados, para que incorporen esta materia al desarrollo de sus programaciones educativas. Y, en concreto, en Europa, ya son 14 miembros de la UE, es decir, la mitad de los estados, los que han introducido estos objetivos en sus programaciones.
-¿A qué se debe tanta controversia si se trata de una normativa europea? ¿Por qué en España?
-Más que a la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, que se impartirá en tercero, la polémica viene dada por la Educación Ético Cívica, de cuarto. En tercero todo gira en torno a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1949. Todos los artículos que incluye son suficientes como para dotar de contenido un curso, sobre todo cuando la carga horaria es mínima (una hora a la semana). Los estados firmantes de la carta magna se comprometían a difundir esos derechos. La asignatura tiene la obligación de inculcarlos entre el alumnado, pero siendo conscientes de que llevan aparejados también deberes y obligaciones. Sin embargo, la Educación Ético Cívica abarca la vida moral y la reflexión ética y es, a mi juicio, la que ha provocado los roces más importantes desde las primeras reuniones de las distintas comisiones, para fijar la asignatura. Se trató de consensuar criterios, pero había una actitud más bien predeterminada en contra de la asignatura. Aparecieron, por primera vez, las palabras adoctrinar, ideologización, homofobia, catecismo del socialismo… que tanto se están escuchando. Por decir, hasta se ha dicho que los profesores que impartamos la materia vamos a estar trabajando por el mal. Me desanima pensar que trabajo para el mal. Sabía que era un pobre profesor, pero no tenía ni idea que por hacer mi trabajo iba a servir al mal.
-¿Será difícil para los profesores impartir la asignatura, se van a encontrar con muchas trabas?
-Dependerá más bien del ambiente que se respire en cada centro. Pero está claro que esta asignatura es obligatoria, evaluable y trasversal. Tanta polémica, deja a los profesores y a los gestores de los centros en una situación incómoda.
-La ley prevé que los centros religiosos puedan adaptar los contenidos de la asignatura a los idearios del colegio.
-Creo que los contenidos de la asignatura son perfectamente compatibles con la doctrina social de la Iglesia. Ahí tenemos a León XIII o Juan XXIII, los máximos exponentes de esta doctrina social. Para un católico, saber lo que es una institución, aprender a expresarse en el consenso y, sobre todo, en el disenso, es fundamental.
-¿Pueden los padres impedir que sus hijos cursen la asignatura alegando objeción de conciencia?
-La asignatura no es optativa y para aprobar el curso hay que aprobar Educación para la Ciudadanía, y para superarla hay que asistir a la clase. La objeción de conciencia no se contempla ni por parte del alumno ni por parte del profesor.
-¿Cuáles son, entonces, los puntos donde se centra la discordia?
-A mi entender, todo se basa en las nuevas relaciones de género, las nuevas formas de matrimonio, el tratamiento de la homosexualidad, el aborto, la eutanasia. La Conferencia Episcopal está en contra de lo que llama laicización creciente de la sociedad española, y cree que la asignatura puede colaborar en esto. Pero no es malo, simplemente es la separación de la Iglesia y el Estado.
-¿Tiene miedo la jerarquía eclesiástica a dejar de seguir siendo una referencia ética y moral?
-La Iglesia, durante cuarenta años, ha tenido el monopolio de la doctrina. Cuando todos éramos súbditos, éramos fieles. Pero ahora somos ciudadanos. La opinión moral de la Iglesia a mi me interesa. Es una opinión a valorar, pero no es la única opinión. A mis alumnos les voy a enseñar democracia y tolerancia, les voy a hablar de constitución, de sufragio, de derechos y deberes… y por eso no voy a ir al confesionario.
-Pero no todos los obispos han realizado las mismas declaraciones ni han utilizado el mismo tono…
-Es cierto. Las palabras de Cañizares contrastan con la actitud de otros obispos, con un discurso mucho más moderado, como el propio Dorado Soto, obispo de Málaga, o monseñor Amigo Vallejo, cardenal de Sevilla, al que no le escuchado ninguna descalificación.
-Pero no sólo la Iglesia es contraria a la asignatura. El PP también se ha destacado por sus críticas.
-No creo que el PP, si gana las elecciones el próximo mes de marzo, se atreva a quitar la asignatura. Sería una medida impopular. El PP ejerce su papel de oposición y cree que obtiene un beneficio político al generar tanta crispación. La crítica más feroz procede del triángulo formado por la Conferencia Episcopal, el Partido Popular y la prensa más cercana o afín al PP. Puedo entender que exista desacuerdo, pero considero muy injustas las descalificaciones. No hay derecho.
-¿No cree que buena parte de la polémica se debe al desconocimiento que aún existe sobre los contenidos y a la precipitación con la que se ha introducido en el programa educativo?
-Vamos a reconocer las cosas. Realmente, se podía haber programado la asignatura con más tiempo. Al gobierno le quedan pocos meses de legislatura y ha querido ponerla en marcha este mismo curso. Esta crítica sí que la puedo comprender, sin embargo, es la que menos he podido escuchar.
-¿Es posible que un profesor pueda evaluar actitudes ante realidades sociales y no conocimientos?
-La Educación para la Ciudadanía es una asignatura que tiene contenidos ideológicos, desde luego, pero que no pretende ni debe ideologizar; es una asignatura que toca doctrinas éticas y prácticas morales, pero no que pretende adoctrinar. Debe ser una asignatura informativa de valores y de actitudes ante la vida. Por supuesto que pueden ser aprovechada en una mala práctica docente para ideologizar y para adoctrinar, pero cuando sea impartida por un mal profesor.

LA OPINION DE MALAGA