como “los andaluces de Jaén” que cantó el poeta “pastor de cabras” que era Miguel Hernández, esos dueños de fincas y latifundios, esa clase principal y señorona que también ayuna de pitiminí, y se desquita con torrijas de pastelería para la sobremesa, tras haber procesionado con elegante solemnidad, boato y devoción debidos, con el pueblo atrás, descalzo y absuelto, muchedumbre temerosa de su dios, solícita en sus plegarias, atentos los fieles de a pie a las “peonás” debidas que les dé derecho a las subvenciones que alivien su precariedad secular.
Y después de tanta torrija y tanto denuedo, jornal a jornal, sol a sol, a la intemperie del desamparo forjado alba a alba, en el olivar, en la zanja y el andamio, en el chiringuito y jalando de la red, en el taller y en la oficina, tras el mostrador y en el quirófano, en el despacho, en la calle y al resguardo de la artesanía ancestral, alquilando tumbonas y palmeando el quejío jondo y flamenco, . . . y hasta en la cola del paro.
Y después de tanto y aún hoy mismo el número de desempleados, sobre una población de ocho millones y medio, asciende a un millón trescientos noventa mil personas, andaluces y andaluzas, con una economía en paralelo y en negro del hasta el 28%.
Y, por otra parte, mis antiguos compañeros de colegio dicen que andan alborotados porque su centro ha sido elegido como piloto para que el curso que viene apliquen un nuevo método de enseñanza, una metodología basada en la atención, desarrollo y enseñanza de “las competencias básicas”, algo que me recuerda el soniquete que viví yo desde mis albores profesionales y pedagógicos sobre “los objetivos y contenidos mínimos”, precisamente para que todos los alumnos pudiesen y debiesen alcanzarlos y dominarlos, aunque al balance, curso a curso, a lo largo de toda mi carrera casi siempre fuera desalentador. . . tal vez porque siempre faltó la aplicación fundamental, el requisito insustituible, que se olvida curso a curso, la de la humanidad, la del profesor, la del maestro encargado de entusiasmar, de contagiar, de acompañar, de sacar adelante, de guiar, de lograr que. . .¡todos!, efectivamente, ¡todos!, pudieran alcanzar eso que nos convirtiera en una sociedad capaz de conocer, de aprender, de saber que la cultura . . . puede y debe estar al alcance de todos y de todas.
Porque es impresentable, vergonzante y reflejo de un fracaso que se trata de obviar y ocultar que alrededor de un 35% de unos niños “no llegarán al bachillerato”, porque antes habrán ¡fracasado y se habrán visto excluidos a su derecho al conocimiento, a la educación. . . ¡. . . y entre todos y todas nos llamamos a andadas como si no fuera con nosotros. . . porque . . . ya nos hemos acostumbrado a ese fracaso. . .
Y de paso y entretanto nuestra “in péctore” futura presidenta electa de Andalucía, la socialista Susana Díaz, perteneciente al partido que lleva gobernando con mayorías muy holgadas desde hace más de treinta años, en las más altas consideraciones y entusiasmos de sus votantes y afines. . .porque. . .afirman y es verdad que la lideresa natural y carismática se “ha pateao hasta los pueblos más pequeños”. . . en su campaña electoral solicitando el voto. . .declarando su entregado amor a su tierra, a las y los andaluces, prometiendo que todo irá a mejorar. . .¿alguna vez a partir de. . .?
Mientras siempre prevalece la buena fe de las mejores gentes que creen en sus dirigentes que ofrecen tanto amor desplegado por sus tierras y gentes andaluzas. . .cuando están asegurándose, también ellos, “su oficio y beneficio” de políticos ¿inalterables al desaliento?.
Mientras yo acompañando a mis amigos canadienses por el territorio feraz, rico, variado y cautivador de Andalucía me las veía y me las deseaba para explicar que ante tanto esplendor de riqueza natural y cultivada, de tanta belleza y esfuerzo pormenorizado entre las gentes más sencillas, aun hoy, los datos de paro, de economía soterrada, de fracaso escolar, de desarrollo sujeto por frágiles alfileres. . .se empecinaban en permanecer. . .año tras año, día a día, jornal a jornal pendiente de juntar “las peonás” mínimas. . .
Torre del Mar abril – 2.015