Hombre de fe, soldado y cautivo, hombre sufrido, lector empedernido, el autor del Quijote, escritor de comedias en sus inicios, más de quince sin llegar a estrenarlas.
Y quedaba la poesía, sin llegar a sobresalir frente a Lope de Vega y Góngora.
Para terminar en la novela, género sin mérito ni renombre. Novelador, don Miguel, adentrándose en la almas, aprendiendo tanto de las mujeres, de sus hermanas principalmente.
Para terminar acudiendo a La Corte, por un empleo, incluso como recaudador de “trigo y aceite”, incluso para recabar y recaudar de la Iglesia, hasta verse excomulgado dos veces. Hasta verse responsable de dos millones de maravedís “desaparecidos”, viéndose encarcelado, como su padre, como su abuelo . . . en la cárcel de Sevilla.
Para ir a parir entre los barrotes de aquel presidio la historia del “ingenioso hidalgo don Quijote”.
Imaginando al añoso hidalgo, caballeroso andante convencido . . .como para salir al mundo sin tardanza . . .”según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer”.
Siendo un día de calor de Julio cuando el hidalgo salió al campo, sin avisar a nadie, “por la puerta falsa del corral”.
“Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba”.
Hasta llegar a toparse con una venta, el microcosmos de la realidad reunida, tan viva, tan plena de personas, mozas y venteros, dueños de castillos y princesas que le sirven : . . .
“Una porción de mal remojado y peor cocido bacallao, y un pan tan negro y mugriento como sus armas”
“Nunca fuera caballero de damas tan bien servido como fuera don Quijote cuando de su aldea vino: doncellas curaban dél; princesas, del su rocino”.
“Más lo que más le fatigaba era el no verse armado caballero”.
Y no lo dudéis: Que cuando digamos Cervantes estaremos diciendo Quijote, y cuando digamos Quijote habremos dicho Cervantes.
Madrid abril – 2.016