.O. MÁLAGA Vicente Aleixandre lo describía como un edificio "un poco grande y destartalado", que los malagueños habían bautizado como el Palacio de la Tinta. Allí trabajó el padre del poeta, ingeniero de ferrocarriles. El trajín burocrático, que motivó el apodo, continúa un siglo después de su construcción.
El arquitecto Julio O´Brien, muy influenciado por el París ´fin de siglo´, trasplantó este ´trozo del Sena´ con ventanas abuhardilladas al Paseo de Reding y muy pronto fue el protagonista de fotos y tarjetas postales.
En sus comienzos, los 10.500 metros cuadrados del Palacio de la Tinta albergaron la sede central de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, nacida a partir del ferrocarril Córdoba-Málaga. Tras quebrar, la compañía fue nacionalizada en 1936 e integrada en 1941 en la recién nacida Renfe.
Los ´ecos ferroviarios´ todavía escoltan al edificio, que está acompañado por la calle Keromnés, en recuerdo de Leopoldo Keromnés, director de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces.
Aparte de dependencias de Renfe, han ocupado este ´tintero palaciego´ la inspección general del Ministerio de Obras Públicas, la Confederación Hidrográfica del Sur y desde 2005, su ´heredera´, la Cuenca Mediterránea Andaluza.
Una reciente rehabilitación ha dejado por fuera el ´palacio´ como nuevo, aunque todavía cuelga un antiestético manojo de cables negros de la fachada de calle Keromnés. Riesgos del directo.
En el interior, el edificio espera una rehabilitación urgente, que según explica Enrique Romero, coordinador general de la Cuenca Mediterránea, tendrá lugar el año que viene. Aunque hay detalles de la construcción que están en plena forma como el precioso ascensor centenario, en el que incluso se han rodado anuncios de televisión.
El elevador, de maderas ´nobles´, cuenta además con un mullido asiento. Fue uno de los primeros ascensores instalados en Málaga y es todo un símbolo contra el estrés de nuestros días.
La artística cabina llega hasta la quinta y última planta, en donde, a mediados de los 80, se originó un respetable incendio cuyas lenguas de fuego todavía pueden recordarse en la madera ennegrecida. La quinta planta, antigua zona de viviendas de los empleados, es hoy una gigantesca nave con las cerchas de madera ´a flor de piel´. Parte de la estructura antigua tuvo que ser cambiada y reforzada tras el incendio. Desde esta planta, asomándose a las ventanas abuhardilladas, pueden admirarse los aires regionalistas de las casas de Félix Sáenz.
El suelo también es original, con viejas baldosas hidráulicas. En mitad de un socavón, las baldosas dejan ver su mejor secreto: bajo ellas hay vigas formadas por traviesas de tren.
En los laterales de esta gran sala que aguarda una esperanzadora rehabilitación hay otras dos habitaciones con pintadas realizadas con brocha, quién sabe si los restos de los ´primeros okupas´ de Málaga, hace unas cuantas décadas.
La gran sala de las baldosas comunica con la terraza, en la que se encuentra una gran antena de comunicación del Servicio Automatizado de Información Hidrológica (SAIH). Entre otras funciones, esta torre mide las precipitaciones que se recogen en Málaga capital.
La terraza del Palacio de la Tinta es un balcón al monte Gibralfaro y al Hotel Miramar, mientras el mar sólo se ve ´por capítulos´ entre los exagerados bloques de la Malagueta.
En el resto de las plantas, en las que trabajan unos 200 funcionarios, se puede encontrar mobiliario de oficina de los años 60 en adelante. Un buen ejemplo se encuentra en la sala de reuniones, presidida por un retrato de Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, el creador del pantano del Chorro y el impulsor de las confederaciones hidrográficas. La sala parece haberse detenido en los años 70, con unos apliques de lámparas muy de la época y un mapa en relieve de los ríos y pantanos a cargo de la institución. En las escaleras, regalando haces de luz de varios colores, se encuentran vidrieras de diseños geométricos que recuerdan a las del edificio de Hacienda.
Detalles de la historia del Palacio de la Tinta algo más veteranos se encuentran a ras de suelo, en las cercanías del despacho del presidente de la Cuenca Mediterránea: un armónico dibujo formado por baldosas hidráulicas que, aseguran, también serán restauradas. Una verdadera obra de arte que puede pasar desapercibida.
La zona más moderna de este precioso edificio es la que corresponde al mencionado Servicio Automatizado de Información Hidrológica, integrada en la llamada Red Hidrosur. En una enorme sala se encuentra un mapa, desde Almería a Tarifa, que recoge al instante los datos de agua de toda la Cuenca Mediterránea. Los puntos con luz verde indican que en ese momento está lloviendo o nevando. En el momento de realizar el reportaje, en Lanjarón y en un punto de Almería.
El director de este servicio, Dionisio Muela, explica que las estaciones que recogen la información se comunican por radio. La de Málaga capital por cierto (la antena de comunicaciones) es la número 22. "A Málaga vienen los datos en tiempo real, cada hora hay un recuento de datos que llega en minutos y se incorpora a la página web", explica.
Los centímetros de agua que tienen los ríos y los hectómetros cúbicos de los pantanos aparecen reflejados y como ya intuirán muchos, los datos son mejores que los del año pasado en estas fechas.
Tres patios tiene el Palacio de la Tinta. El central, el más grande, está presidido por una araucaria algo desmejorada por la falta de luz. El patio comunica con el sótano, un espacio limpio y ordenado en el que en una esquina se almacenan viejos documentos. La Cuenca Mediterránea, por cierto, ha donado al Archivo Histórico Provincial de Málaga kilómetros y kilómetros de viejos planos y proyectos. Una de las ideas para este sótano, en el que se ha celebrado más de una rueda de prensa, es convertirlo en un espacio expositivo en el que poder mostrar, entre otras cosas, el importante tesoro de fotos antiguas de la institución.
Pero este espacio palaciego tiene más rincones insospechados. Hace un siglo, el arquitecto Julio O´Brien, que estaba en todo, lo dotó de caballerizas. En nuestros días, han sido sustituidos por los ´caballos de motor´, que siguen aparcando en este espacio. Y muy cerca otro detalle centenario: una caldera para el agua que todavía funciona.
En los últimos tiempos, el edificio ha vuelto a ser protagonista, aniversarios aparte. La propuesta que estudia la Junta de centralizar en Sevilla la Cuenca Mediterránea Andaluza, de llevarse a cabo, provocaría la pérdida de unas competencias históricas para Málaga. Aunque Manuel Chaves ha quitado hierro al asunto, la sola mención del traslado levanta ampollas entre muchos trabajadores. En su centenario, el Palacio de la Tinta se ha convertido en un símbolo de las ´competencias propias´. Fuente : La Opinión de Málaga7