Su petición no es otra que poder seguir estudiando música, después de diez años de esfuerzo y de haber superado el examen que les habilita para acceder al grado superior (cuatro años, equiparable a un título universitario). En Málaga concurrieron a la prueba 33 jóvenes, de los que finalmente aprobaron 26. Pero el conservatorio sólo ofertaba 14 plazas. Tres han entrado en centros de Sevilla y Córdoba, y los nueve restantes tendrán que esperar un año para volver a examinarse. O dejarlo.
Es el caso de Ana López, 18 años. Pese ha haber superado el examen está fuera. Tiene el puesto 19 en la provincia y el 61 a nivel andaluz (para 14 y 58 vacantes, respectivamente). «No me dejan seguir estudiando», suspira, minutos después de arrancar los aplausos de los transeúntes por su interpretación al piano.
Desde muy joven, con apenas ocho años, se ha dedicado a este instrumento, y critica que el resto de su carrera se decidiera en una audición de apenas 15 minutos, que además no se graba, por lo que es muy difícil reclamar. «Da igual todo lo anterior. Si ese día no estás bien te quedas fuera». Si no se amplía el cupo, tendrá que prepararse -por su cuenta- durante los próximos 12 meses y superar de nuevo el examen. Y con nota.
A otra parte
Un problema distinto es el de los que han obtenido plaza en otra provincia. Dicen que el piano no cabe bien en la maleta, y que ningún estudiante querrá compartir piso con ellos. Le ha ocurrido a Guillermo Castillo, 19 años, a quien, con un seis, le da para estudiar en Sevilla. En su familia son tres hermanos, y todos ellos estudian música. En su caso, aspira a hacer de las partituras su forma de vida. Asegura que tendrá que buscar un piso solo, para poder ensayar, con lo que ello supone para su familia, y critica la falta de becas. «Estamos luchando para que amplíen las plazas en Málaga», afirma. «Después de 10 años estudiando quieren aburrir a la gente. Estamos aquí no solo por nosotros, sino por los que vienen detrás», agrega. Asegura que la situación es incluso peor en otros instrumentos, en los que el cupo se reduce a una plaza.
En uno de los laterales de una gran pancarta está el responsable de la pasión que Guillermo siente por este arte. José Castillo, se define orgulloso como «padre de tres pianistas». «Pedimos educación para nuestros hijos. Tanto hablar de fracaso, por lo menos, que no sea provocado por la Administración». Máxime, dice, después de los sacrificios que sus hijos han tenido que hacer. «Han sido 10 años estudiando, a la vez, en el conservatorio y en el colegio y el instituto, sin fines de semana».
Frente a las críticas, José Nieto, delegado provincial de Educación, explica que el grado superior de música funciona actualmente igual que las universidades, puesto que equivale a una licenciatura. «Hay un distrito único en Andalucía, y la oferta de plazas para cada especialidad se constituye sobre dos circunstancias: que haya catedráticos con capacidad de impartir las materias y el espacio físico necesario».
Argumenta que, para determinar el número de plazas que se ofertan, es decisiva la opinión de los propios conservatorios. «Para piano propusieron 49 plazas, y finalmente se incrementaron en 9, hasta 58. en toda Andalucía 82 personas superaron la prueba de aptitud con diferentes notas, y finalmente quedaron 59 plazas y 23 aptos sin plaza».
Nieto rechaza que los excluidos no tengan alternativas. «Pueden estudiar composición u otra especialidad». Y asegura que para una educación de calidad son necesarios los numerus clausus, como ocurre en las facultades más solicitadas.
Las melodías de un puñado de jóvenes ilusionados por su vocación sirvieron ayer para recordar que, en ocasiones, otras notas son las realmente importantes.