En 1976, el presidente galo Giscard d´Estaing alertó para luchar contra el «afeamiento de Francia». Desde entonces, presidentes de todos los colores políticos han coordinado equipos de expertos para una mejor planificación urbanística, que han tenido muy presente la rehabilitación, antes que la destrucción de inmuebles dignos de seguir en pie. El último de ellos, Macron.
Compárese la iniciativa francesa durante este último medio siglo, con la demolición de unos 200 inmuebles históricos en Málaga desde el año 2000. Por descontado, un Ayuntamiento con más sensibilidad por el Patrimonio habría salvado un buen puñado de ellos; pues no se trata de ‘congelar’ las ciudades sino de conservar todo lo que merece la pena.
Sin duda, en esta categoría entraba una preciosa vivienda de casi 120 años en el Carril de la Pimienta, en El Palo, demolida el pasado viernes por obra y gracia de nuestro implacable Consistorio.
La justificación para echarla abajo de la Gerencia de Urbanismo ha sido para llorar: merecía el derribo porque no era, como se creía, la vivienda original de veraneo del compositor Eduardo Ocón, sino una totalmente reformada en 1909. Este es desolador nivel de la GMU.
Hablando en plata, ¿por qué tenemos un Ayuntamiento tan asombrosamente bruto cuando se trata de Patrimonio arquitectónico?, ¿por qué esa reticencia, desde hace décadas, a aumentar de forma significativa el Catálogo de Edificios Protegidos?, ¿por qué caen tantos edificios que en muchas otras ciudades europeas se habrían rehabilitado para las generaciones futuras?
Ya no se trata sólo de una cuestión ideológica. Como recordaba el viernes el profesor de la UMA, Francisco Rodríguez Marín, se puede combinar el derecho a la propiedad con la protección arquitectónica otorgando, por ejemplo, exenciones fiscales, para que un edificio protegido no sea una carga imposible para sus dueños.
Retraso cultural
Pero la destrucción de inmuebles notables es tan continuada en el tiempo, las excusas tan burdas y repetidas que sólo puede deberse a un claro caso de atraso cultural: Nuestro alcalde y su equipo gestionan la ciudad con la atrasada mentalidad de los años 70.
Necesitamos cargos públicos mas cultos, sensibles, formados y ‘actualizados’. No es solo la ideología, es el retraso cultural; por eso, el negocio, la codicia y la ignorancia mandan sobre la preservación de lo mejor de nuestro pasado.