La noche tuvo la evocación voluntaria o involuntaria oportuna de Pepe Guzmán, oportunísima hacia Torrijos y su triste epopeya, por encima de todos los acertados melismas y requiebros con los que adornó el resto de su actuación. Cantaor que hace a las mil maravillas los gorgoritos, y florituras vocales del egregio Pepe Marchena, rey republicano de la época de la Ópera Flamenca, el cantaor malagueño algo tocado de la garganta por los fríos que arrecían estos días, abrió su recital por malagueñas, como mandan los cánones más tradicionales para luego acordarse del que prendieron en La Alquería alhaurina para luego fusilarlo en las playas de La Misericordia junto a sus valientes soldados, precisamente un cercano también 11 de diciembre.
Lo almibarado de su cante iba a ir toda la noche de la mano de un tocaor de dulce música, como Manolo Santos, otro veterano de la escena malagueña que posee un toque que podría denominarse en proceso de extinción, por desgracia.
Tras las malagueñas entonó la letra famosa mencionada –que por cierto ya hizo en el montaje Torrijos el Valiente- de la bienal Málaga en Flamenco’07. “A Torrijos le tiraban/ camisas embreadas/ por ver si entregaba…” Una letrilla que emociona por el relato veraz de lo ocurrido, por la lucha hasta la muerte por el Constitucionalismo del General y que Pepe Marchena llevo a los altares del cante.
No fue todo política entre líneas sino más bien todo lo contrario, Guzmán sigue reviviendo una figura celebérrima que no han conseguido enterrar los talibanes del mairenismo por cantiñas, soleá, tarantas, fandanfos y el otro himno del sevillano, que Pepe Guzmán hizo de pe a pa, Romance a Córdoba.
Con todo esto, la noche quedó para congratularse de que en vísperas de la Constitución, el flamenco no pasó por alto su compromiso ni su romanticismo original nunca
Málaga en Flamenco