PEQUEÑECES

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La existencia es mínima cuando se desvanece invisible, y tan grande y mágica cuando la enciende una mirada que es capaz de ser única y ardiente, como una caricia, seguramente, en el temblor de un escalofrío que estremezca y abrume la soledad de un abrazo interminable.

            En el remanso del silencio de unos besos húmedos e entregados, como para poder seguir respirando, entrelazadas las manos, con la sonrisa enarbolada, todopoderosa, como si fueran imparables los pasos que adivinamos necesarios, fuertes y tenaces, en las breves existencias de nuestras entrañables humanidades, tal vez porque no estamos del todo solos, cuando sentimos que también nos quieren.

            Bajo el aguacero, al relumbrón tenue de las estrellas que lloran y destilan lágrimas salobres, acompañadas de ternura y desolación, como para poder ir colándose en los corazones de quienes transpiran vida y afán por no rendirse, imaginando que los molinos no eran gigantes y que al alcance de las tragedias personales aún puede vislumbrarse un horizonte solidario, la rabia para iluminarlo y el coraje para conquistarlo.

            Aunque cueste creer, aunque el desánimo recorra como un latigazo el desamparo de quienes menos tienen, zozobrando en el abandono vertido con saña e iniquidad, porque es necesario retomar el ánimo de quienes fuimos más y mejores, porque, al cabo, podemos y debemos intentarlo, volviendo a ser más y mejores, desde nuestra insignificancia, desde la desolación que pueda invadir a quienes menos tienen, cuando los sueños parecen haberse desvanecido, contra el enemigo que es la razón de Estado que inventan, esbozan e imponen a su servicio, mientras al resto solo les resta el coraje de su empeño.

            Cuando la tragedia conmueve y emociona, cuando al margen de la felicidad a precio de hora a hora, la precariedad consentida y dictada, y apenas sobrevive el abrazo compartido, la solidaridad invencible, la visibilidad cercana de quien más sufre y necesita, porque ahora es él, mañana seremos, somos nosotros, cada uno y todos a la vez, víctimas de la especulación y el filibusterismo inmisericorde de quienes solo cotizan por su propio interés, con la mano de obra más barata, reemplazable, mientras cantan victoria, porque nos dan por vencidos, mientras aún respiramos y nos tocamos, nos miramos y nos conjuramos porque nada está perdido.  . .

            Aunque la política de tierra quemada invada el futuro, aunque nada sea tan importante como para avergonzar a nuestros mezquinos dirigentes, aunque a pesar de todo aún hoy tendremos fuerzas y ánimo para desearnos ¡un feliz año 2.014!. .  .porque, al cabo, solo nos tenemos a nosotros mismos en el brete de no abandonar el camino que apunta inalcanzable. .  .tan a nuestra mano, paso a paso, de la mano, por quienes esperan  y confían que . . . todo pueda volver a ser posible . .  .

            Porque el milagro empieza donde se aquiete la magia de nuestra propia autoestima, tan desgarrada y herida . .  .como intacta. . . a pesar de todo.

            Porque en el desconsuelo de la bajada a los infiernos aún quedará el resquicio esperanzador de la lucha común, del empeño solidario, del horizonte despejado y halagüeño, justo e igualitario, que nos deben, que nos debemos.

            Madrid 31 – diciembre – 2.013