En nombre del sacrosanto derecho a decidir … ¿sobre nosotros/as mismos/as?.
Parece ser que 7 de cada 10 españoles/as se pronuncien a favor de la subrogación de vientres.
Y añaden las figuras públicas cuando se les requiere su opinión que ; "sin duda, el asunto es muy complejo".
Y uno, al cabo, aún se atreve a insistir en que el asunto es exclusivo e incide directamente en las mujeres y mujeres pobres.
Por muy atrevida o injusta que aparezca mi afirmación, me resulta intolerante que sólo pueda plantearse la concepción de una nueva vida, con sangre, ADN, genes, características propias … del buen pagador, en aras de su identidad llamada a la perduración deseada, muy paterna, muy sobrevalorada, en el vientre de una mujer, y seguramente con mayor facilidad si esa mujer es pobre y le viene muy bien el dinero.
Así como para que en contrapartida se acepte el encargo con el requisito ineludible de ser mujer, siempre "cherchez la femme", que sea sana, fértil … y pobre, para que le convenga aceptar la ¿subrogación?.
Y cuando se dan por buenos todos los riesgos, todas las sevicias psicológicas impredecibles, como si se tratara de un simple "mandao", como si se tratara de un trato más, en la que ha "de saber cumplir" la mujer con su vientre subrogado, con el feto creciendo hasta poder entregarlo recién nacido, ¿en un ejemplar intercambio de un niño recién nacido y un montón de dinero?, y así en un "continúa" en el que siempre ha de tener el peor papel … la mujer, claro que si es pobre la cuestión tendrá una explicación muy plausible.
En tanto no quede ni un vestigio del precio intangible, las grietas añadidas al vientre, el miedo inevitable, el coste psicológico y el complejo de culpa, la pena que pueda resucitar en cualquier momento … a cuenta de la mujer, y de paso … la mujer pobre.
Torre del Mar julio – 2.017