POLÍTICOS Y BICICLETAS

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Por cierto, dejaban a su paso una estela perfumada algo dulzona para mi gusto. Lo encontré (al primer edil) un tanto decadente, pero con cierto aire señoril. Mi primera reacción fue decirle al estilo John Cobra o Belén Esteban cuatro cosillas. Sin embargo, por prudencia o, tal vez, por instinto de conservación –supuse rápidamente que podría llevar escoltas- no le dije nada; ni siquiera: ¡Hola!
                De ahí que canalice mi frustración por este otro medio menos estridente, la prensa escrita, a fin de recordarle a él y a sus acompañantes (entre quienes me pareció identificar incluso a gente de IU, ¡cómo no!) que tienen un compromiso con la racionalidad europea y la ciudadanía malagueña, a saber: un carril para bicicletas en condiciones para todo el espacio urbano controlado por ellos.
                Cuentan mis hijos que cuando salen al extranjero (yo no lo hago con la frecuencia que debiera por mi mala cabeza) suelen encontrar edificios enteros destinados a aparcamientos de bicicletas y, por supuesto, infraestructuras varias y equipamientos urbanos ad hoc (disculpen el latinajo) para estos artefactos tan armoniosos para con el medio ambiente y para con la propia salud.
                No es de recibo que, huyendo de los peligros de la carretera (en particular de los propietarios de vehículos-discotecas y tuneados varios) por mover algo el músculo, tengamos que subirnos a las aceras poniendo en riesgo (el otro día golpeé a una perrilla y su dueña casi me muerde) a los paseantes, ¿no les parece?
 
 
Fdo.: Antonio Caparrós Vida