Y es que el verano es sinónimo de vacaciones, pero también de gastos. Cuidar el bolsillo en estos días puede ser cuestión de preferencias. A pesar de que el destino Costa del Sol se pueda vender como una marca casi única, no es lo mismo pasar los días de asueto estival en Nerja, en Torremolinos o en Marbella; ni tampoco es lo mismo comprar a pie de playa que hacerlo en tiendas de barrios o en supermercados.
Este periódico ha seleccionado 12 artículos idénticos y típicamente veraniegos, confeccionando así lo que podría denominarse una cesta de la compra estival. Con ellos, se han comparado los precios en establecimientos de similares características en tres puntos de la Costa del Sol: Nerja, Torremolinos y Marbella. Además, se ha tomado la referencia de los precios en un gran hipermercado de la capital malagueña, para establecer comparaciones.
Los resultados son, cuanto menos, sorprendentes en la mayoría de los casos. Pero, a buen seguro, una de las primeras conclusiones es que en estos días de vacaciones el bolsillo se resiente, ya sea tanto en su zona más oriental como en la occidental. En todos los casos, la mejor opción para ahorrar unos euros es, sin duda, bajarse a la tienda de siempre o al supermercado antes de ir a la playa para evitar así tener que desembolsar hasta 27 euros más que en un centro comercial por artículos tan socorridos estos días como un biquini.
Evitar olvidos
Del listado confeccionado por SUR, siete productos son casi obligados para pasar un buen día de playa -crema solar, colchoneta, bañador, tumbona de playa, hidropedal, chanclas y toalla-, mientras que los otros cinco son alimentos que frecuentemente también se consumen en estos lugares, tales como botellas de agua (de litro y medio), helados, cervezas y tapas, sandías o espetos de sardinas. Lo cierto es que pasar un día en familia implica movilizar un buen número de recursos, que en caso de no haberse llevado desde casa, deberán ser adquiridos sin más remedio en los establecimientos cercanos al paseo marítimo. El caso más claro aquí es la tan necesaria crema solar, cuyo coste habitual es de nueve euros. «Intento que no se olvide en casa, porque si no volvemos con los hombros y la espalda achicharrados», comenta Felipe Gutiérrez, un madrileño que veranea en Torremolinos.
Junto a él, su novia, Susana Peláez, ojea los expositores de cremas de una tienda de recuerdos. «Fíjate, aquí nos hubiera costado 13 euros», le dice, mientras saca el envase de su bolso y comienza a aplicársela en la cara y en los brazos. «Nos ponemos como salmonetes si no la usamos», bromea.
Una vez en la playa, con la toalla bien extendida sobre la arena, son pocos los que pueden resistirse al delicioso crujir de un bombón helado o a una refrescante cerveza servida junto a una tapa. Para saciar tan sugerentes deseos habrá que desembolsar, en el caso del helado, un precio por encima de los 1,50 euros en todos los establecimientos consultados.
Sin embargo, adquirir un producto idéntico sale por la mitad en el supermercado. «Siempre le digo a mis hijos que se esperen, que en casa tenemos el mismo helado que en el quiosco de la playa», dice Ana Martos, una cordobesa que pasa sus días de asueto en Nerja. Pero el helado playero, mientras se camina por el paseo marítimo, es uno de esos placeres a los que es difícil resistirse.
Algo parecido pasa con la sandía. Su precio habitual estos días ronda los 50 céntimos el kilo en cualquier gran superficie comercial de la capital. Eso sí, después hay que enfriarla debidamente para poder saborearla con gusto. El coste de un producto similar en Nerja asciende a 0,60 euros, mientras que en el mercado central de Marbella alcanza el euro por kilo. «A mi marido le gusta que la llevemos bien fresquita y cortada en trozos a la playa en un »tupperware»», sostiene Ester Montes, que suele comprar las piezas de sandía en el supermercado. «No está la vida como para andar derrochando», advierte.
No obstante, el placer de pasar unos días en las playas marbellíes bien vale para esta turista pasar algunos aprietos durante parte del año. «Nos encanta disfrutar de los espetos de sardinas en el chiringuito», dice. El precio de este manjar en la ciudad costasoleña es de seis euros. En cambio, tanto en la capital como en Torremolinos cuesta 5,5 euros, y en Nerja, 5,25.
Otro de los ingredientes en los días de más calor es el hidropedal. Las diferencias de precios en los distintos municipios consultados no son excesivas, aunque la palma se la lleva Torremolinos, con 15 euros por una hora. Esta cantidad parece no ser impedimento para que los bañistas se agolpen en torno al puesto donde se alquilan. «Es muy divertido. Además, así hacemos algo de deporte, que en estos días no paramos de comer y beber y mira cómo se me está poniendo la tripa», sonríe el asturiano Marcos García. El mismo servicio de una hora de hidropedal cuesta diez euros en Marbella y en Nerja, y 12 euros en la capital.
Emergencias
Las chanclas de goma son un accesorio básico para no quemarse con la arena. Aquí es habitual decantarse por una gran superficie comercial, pero en caso de tener alguna incidencia -pérdida de una de las dos piezas o una rotura de éstas- no quedará más remedio que adquirir una par de emergencia en la primera tienda de souvenirs que se encuentre a pie de playa. Esto fue lo que le ocurrió hace varias semanas a Matilde Hernández, una joven almeriense que pasa unos días en Torremolinos. «Íbamos andando por el paseo marítimo y, sin querer, me pisó una amiga, se me salió la chancla y tuve que comprarme una »de bulla» porque se me estaban quemando totalmente los pies», recuerda Hernández. El incidente le costó seis euros. «Y porque estaban de oferta. Su precio era de diez euros», advierte.
Lo cierto es que el día fue de esos para olvidar. «Cuando ya llegamos a la orilla, no había ni un sitio para poner la toalla. Nos tuvimos que poner casi al lado del rompeolas», rememora. Entonces, la marea empezó a subir, y cuando estaban plácidamente disfrutando del sol y de una animada conversación, el mar mojó varias de sus toallas. «Tuvimos que subir y comprarnos una. Por lo menos me llevé una que ponía »Recuerdo de Torremolinos». No olvidaré ese día», bromea la turista almeriense. Y es que, entre el par de chanclas y la toalla, la »gracia» le salió por 21 euros.
En el otro lado de la balanza, en la costa todavía muchos prefieren gastar unos euros más y no se resisten al placer y al confort que ofrece una tumbona. «El hamaquero nos las tiene reservadas», asevera Jesús Gutiérrez. Su elección le obliga a pagar cada día cuatro euros en La Carihuela. En este caso, los precios no varían con respecto a la capital o a Marbella aunque sí en relación a Nerja, donde la tumbona cuesta 3,5 euros. Como se puede ver, la elección del sitio y los complementos para una larga jornada de relax también se nota en los bolsillos. En este reportaje ha colaborado Jesús Lorente.