¿Pública o concertada? Qué inclina la balanza

IGNACIO A. CASTILLO. MÁLAGA

El lunes comienza el plazo para que los padres que no estén de acuerdo con la plaza escolar asignada para sus hijos puedan presentar sus alegaciones ante la Delegación de Educación. El proceso de escolarización no ha acabado, ni mucho menos. De hecho, el pasado año se prolongó hasta el mes de noviembre. El problema de la escolarización se asemeja a ese paño que Penélope, paciente esposa de Ulises, tejía y destejía al mismo tiempo en la Odisea: no se termina de ubicar al último niño en un colegio cuando, al curso siguiente, se inicia de nuevo el proceso y son otros los que hay que acoplar. Y son otros los problemas. Y, en demasiadas ocasiones, los de siempre.
Precisamente es una odisea lo que atraviesan muchos padres en su lucha incesante por lograr un pupitre en el colegio que desean, basándose en su derecho de libre elección de centro. Si la demanda suele superar a la oferta siempre en las mismas zonas, ¿por qué no se prevén estos problemas y se les halla una solución definitiva?
Sería como permitir a un entrenador de un equipo de fútbol que siguiera sentando en el banquillo a pesar de que ya acumule diez derrotas consecutivas. ¿Existe algún club tan paciente? O como el mayordomo de trono que sabe que la pata roza cada año en la misma curva, pero, impasible, no hace nada para resolverlo. O como el diestro, que porfía por el pitón izquierdo hasta que recibe un merecido revolcón, después de haber recibido varios avisos serios del animal.
La enseñanza concertada sigue siendo muy demandada. En España, el 20% de la población escolar estudia en un colegio religioso. Muchos padres prefieren matricular a sus hijos en un centro sostenido con fondos públicos y confesional, aunque no sean católicos, antes que hacerlo en uno público, aun siendo más moderno, con aula matinal, servicio de comedor, actividades extraescolares, siendo bilingüe y disponiendo de un ordenador por cada alumno… ¿Por qué?
El obispo de Málaga, que además es delegado de Educación de la Conferencia Episcopal, explicó el viernes que, esta situación en los centros concertados, que en algunos casos soportan una demanda que duplica al número de plazas que oferta (véanse los concertados de la Victoria o Ciudad Jardín), puede deberse a que muchos padres creen que ofrecen una enseñanza de mayor calidad. Creencia no siempre correcta.
Es lógico que, por historia y tradición, gocen de un prestigio que no poseen las nuevas y públicas instalaciones docentes. El delegado de Educación, José Nieto, dice, además, que existe una excesiva mitificación. En los antiguos centros privados sólo podían estudiar los niños pertenecientes a familias con recursos, que podían costear los precios de la educación de sus hijos. Estos colegios han formado a una serie de generaciones que, por la calidad de la enseñanza recibida pero, indiscutiblemente, también por su origen social, han venido ocupando puestos dirigentes en la sociedad, salvo excepciones, lo que generaría un efecto de mímesis. Estos centros continúan existiendo, pero sometidos a un concierto educativo y, por tanto, de libre acceso para cualquier familia, independientemente de sus recursos. "Pero los colegios tienen una capacidad y, llegado al límite de esta capacidad, hay que derivar estas solicitudes a centros en los que está garantizada plenamente la prestación del servicio educativo en condiciones de calidad", señala Nieto.
No hay suelo. Pero, hay veces, que los padres ni siquiera tienen opción de elegir, ya que en sus zonas no existen colegios públicos. Los concertados siguen estando donde se construyeron, generalmente en zonas densamente pobladas, sin ningún tipo de espacio libre para poder plantear alternativas desde la educación pública. Como durante años ha ocurrido en el Limonar, hasta que ya por fin, para el próximo curso, la Junta construirá un centro en Parque Clavero. Aunque Educación mantiene que el retraso de debe a que el Ayuntamiento no cedía el suelo necesario.
Aún así, Nieto insiste en que el colegio con mayor demanda de la capital es público: el Félix Revello de Toro. Claro que éste está situado en una zona de desarrollo de Málaga, en Teatinos, donde residen matrimonios jóvenes con hijos pequeños. La Victoria también ha sufrido un espectacular incremento poblacional en los últimos años, sin embargo, la oferta escolar se limita, casi en exclusiva, a la enseñanza concertada. Y está saturada.

LA OPINION DE MALAGA