¡QUE LEVANTE LA MANO!

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Y uno no se lo puede explicar muy bien exactamente porque es un contradiós humillante y necio hasta la impostura. Y uno piensa que esa decisión puede arrojar aún más a los maestros y profesores a los pies de sus alumnos y familias, degradando, en principio, aún más el valor y la necesidad de superar el nivel que supuestamente se ha de exigir, al final de la educación obligatoria, básica y universal. O sí no, ¿de qué se trata?, de un paripé para que nadie ¿se lo tome en serio?, ¿ni en broma?.

Puesto que ¿importaba o no el currículo?, o ¿es admisible que tras cursos y cursos de esfuerzo pedagógico, económico, social, se supone, más de diez cursos, cerca del cincuenta por ciento de nuestros niños y adolescentes no hayan sido capaces de superar el nivel exigido, es decir la ESO?. Teniendo en cuenta que además ese nivel debe haber sido programado para que la inmensísima parte de la población fuera capaz de asumirlo, aprehenderlo y superarlo. . .¿?. porque son nuestros niños, nuestros adolescentes, nuestros jóvenes quienes fracasan, ¿impunemente?

Y ¿no hay responsables?.

Y ¿sólo se les ocurre el saldo de que con dos suspensos también se obtiene el nivel de la ESO, y porque no con tres, o con cuatro, . . . y a los que lo aprueben todo les damos un cum laude?.

Pero ¿qué cachondeo es éste?.

¡Que levante la mano al que le importe algo más de una higa eso de la Educación!.

Y eso sin meterse en harina, es decir en honduras. Porque resulta que hasta que uno sepa lo que cree que sabe solo se trata de evaluar "conocimientos", ¿o no?, y así transcurren los cursos, conocimiento más conocimiento . . . y la formación, ¿la formación integral, la exigencia personal, la educación para una ciudadanía cívica y responsable?, ¡pues apartada y punto en boca!.

Porque ¿alguien ha hablado de formación con interés y en serio?, ¿alguien ha hablado de la inexcusable responsabilidad que tiene toda sociedad que se precie de sacar adelante a todos, a todos quiere decir a todos, sus niños y adolescentes, más formados, más humanos, mejores . . .?, por un horizonte y un futuro mejor, más humano, más cívico, más responsable . . . sin recurrir al socorrido "¡qué eduquen las familias!".

O eso ¿es una tarea inasumible, imposible, de consecuencias terribles y devastadoras?.

Y entonces solo nos queda soñar en algún "caballero andante moderno" que aparezca por caminos y trochas a "desfacer entuertos" y a arrear y poner en vergüenza a "tanto padre y madre de la patria" llamado a andadas, aprendan o no, se formen o no . . . nuestros jóvenes, nuestras generaciones futuras, porque ellos bastante tienen con elaborar directrices vanas y hueras en sus despachos de maderas nobles.

O tal vez se trata, precisamente, de que no se formen "demasiado", ¿no vaya a ser que se resistan a ser manipulables . . ., incluso con dos, tres o cuatro asignaturas pendientes, suspendidas?.

En un retrato desastroso de nuestros Colegios e Institutos en el que cientos, miles . . . de nuestros niños, adolescentes, jóvenes se nos van por el sumidero . . .

Y ya estamos a fin de curso, y ya se pensará el curso que viene, o no. ¡qué más nos da!.

Madrid junio – 2.017