Razones y corazón

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Razones y corazón, sentimiento y razón por intentar comprender lo inasible, con razones para sentir que todo es posible, en un sueño mágico que envuelva y nos deje a medias sintiendo que es posible, que tal vez esté al alcance de nuestras razones que, al cabo, mueven el corazón inextinguible hasta más allá de cuanto podamos imaginarnos.

Razones y emociones, encabritados, a razón de pulsiones irrefrenables, a sabiendas que el sueño puede llegar a ser realizable, una realidad, al fin.

Razones y sin razones.

Decía hace un tiempo Iñaki Gabilondo que «cuando alguien pide que quiere irse … es que hace tiempo que ya se ha ido».

En cualquier pareja, cuando una parte de los que la forman expresa su deseo de abandonar la relación, ya lleva mucho tiempo pensándolo y hace tiempo que lo ha decidido.

Hace bastantes años, en los tiempos heroicos de la implantación de la separación y el divorcio la mujer que expresó la decisión de separase «lo tuvo todo en contra». Empezando por sus propios que la preguntaban que ¿por qué?, si resultaba que «no se emborrachaba, le daba la paga todos los meses, no bebía, no la pegaba, …».

«Pero, contestaba ella, si sigo con él yo me muero, de hecho estoy ya muerta».

Y la insistieron con todas las razones, y la dieron varias palizas para que entrara en razón, y el juez la «conminó» a que se ganara la vida como le viniese en gana aunque fuese ejerciendo de puta, porque aún era joven … y su decisión no era defendible como para ser tenida en cuenta con alguna garantía humana, moral, social …

Y la mujer terminó separada de su marido … con huellas psíquicas y físicas de por vida, … pero, al fin, se separó.

Cuando hablan los «constitucionalistas» con gran prosodia y seguridad que «todo cabe en la Constitución», e incluso que cuando alguien reclama, por ejemplo, «la reinstauración de la República, la independencia de una parte del territorio nacional …», está en su derecho de presentarlo frente al resto de los representantes de la soberanía popular, e insisten en que todo es posible, con la impostura debida a que saben muy bien que jamás podrán ganar quienes presenten tales pretensiones, porque tienen todas las de perder, porque el bucle regresará una y otra vez al punto inicial ,al «buen orden establecido».

Y se invoca una y otra vez la Ley, con mayúsculas, la Constitución, la legalidad … incluso aunque arrastemos a diario unas políticas muy legales y muy indecentes.

Incluso y cuando se sospecha que, al cabo, el contencioso Cataluña, resto de España, está sirviendo para polarizar los extremos, tapar la corrupción, obviar la gobernanzza al ralentí, conbsagrando la desigualdad más impune y cruel.

A merced de la aplicación más dura de la ley, vía artículo 155, desechado desde el principio el diálogo, la negociación, incluso para intentar convencer a la otra parte que tal vez … podría haberse hecho de otra manera.

Abocados al abismo que nos van llevando hacia el ¡no retorno!

Mientras ya sabemos que, al menos, dos millones de catalanes «¡ya se han ido de España!»

Momento de vértigo: camino del precipicio a toda velocidad.
Texto: ANTONIO GARCÍA GÓMEZ