Miguel de Molina, como su amigo Federico García Lorca, molestaba a los necios y a los del bando que ganó la guerra. El poeta de Fuente Vaqueros fue perseguido, linchado y asesinado; el cantaor malagueño vivió para contarlo, aunque desde otro continente. La ira que ambos, «rojos y maricones» –así les llamaban sus enemigos–, despertaron no logró sin embargo que sus nombres desaparecieran bajo la tierra gris de Alfacar o en la lejanía de Sudamérica.
Y uno y otro siguen alumbrando irremediablemente el camino de los que hoy cantan y escriben, como si a cambio de su tormento hubiesen adquirido esa omnipresencia e inmortalidad que ya nadie será nunca capaz de arrebatarles. Pero ocurre que la memoria, frágil como los jazmines de esta tierra, tampoco ha querido ser bondadosa con el tonadillero malagueño, ya que mientras en Granada se preparan los fastos para conmemorar, en 2016, el octogésimo aniversario de la muerte del autor de Romancero gitano, el vigésimo aniversario del fallecimiento del intérprete de Ojos verdes, que se cumplió el pasado año, pasó sin pena ni gloria por la ciudad que le vio nacer. Una lástima.
Miguel Frías de Molina (Málaga, 1908-Buenos Aires, 1993) vuelve a ser hoy tema de conversación gracias al espectáculo que produce el presentador Jorge Javier Vázquez y que tras su exitoso, aunque fugaz, estreno en Málaga y su breve paso por Badalona y Granada, desembarcó el pasado lunes en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, donde permanecerá en cartel hasta el próximo 23 de diciembre.
Miguel de Molina al desnudo, protagonizado por Ángel Ruiz, podrá verse de nuevo en Málaga, esta vez en el Teatro Cervantes, el próximo 26 de junio 2015. «Había que traer esta obra al Cervantes, donde Miguel de Molina siempre soñó actuar», asegura el responsable de programación del escenario municipal, Miguel Gallego. Este pequeño, aunque cargado de simbolismo, acto de justicia contrasta con la indiferencia –o poco acierto– con el que las instituciones locales han tendido los brazos a la familia del artista para la recuperación de la memoria de tan ilustre malagueño. «Desde que se creó la Fundación Miguel de Molina, en 2001, vengo peleando y reclamando un espacio permanente para exponer su legado», relata Alejandro Salade, sobrino nieto del artista y director de esta fundación, que confiesa su deseo de que «sea Málaga la depositaria final de todo el legado» del artista, compuesto por fotografías, cartelería, documentos, vestuario, discos, diarios personales y correspondencia del rey de la copla.
En 2008, con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, la Diputación de Málaga, entonces presidida por el socialista Salvador Pendón, a punto estuvo de acordar con la familia del tonadillero la repatriación de sus restos mortales, y trasladarlos desde el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, a un panteón en el cementerio San Gabriel. El anuncio llenó de titulares la prensa, pero finalmente no se produjo. «Uno duda del interés real que hay de rescatar su memoria, ya que los políticos buscan titulares y después demuestran poca voluntad
. Devolverle a Málaga la memoria de Miguel de Molina no es traer un cajón con sus cenizas, sino darle el lugar que se merece. A él y a su obra», sostiene Salade. En 2007, Miguel de Molina fue nombrado hijo predilecto de la provincia de Málaga a título póstumo. Una década más tarde, en 1997, se instaló un monumento en su honor en la plaza de Capuchinos y un año antes, en 1996, la compañía malagueña Teatro Ensayo Popular estrenó el musical biográfico Miguel de Molina, espectáculo de Jacinto Esteban protagonizado por Rafael Acejo y Pepe Salas. «Por entonces en España había muy poca gente que conociera a Miguel de Molina, ni siquiera en Málaga», relata Jacinto Esteban, que durante casi veinte años llevó este montaje «pueblo por pueblo», recordando quién fue el cantaor malagueño. «Cuado fui director de Cultura de Benalmádena –a finales de los ochenta– hablé con él y quise traerlo.
También intentó convencerlo Tierno Galván y Pedro Aparicio, pero no pudimos: no quería venir. Además, en Argentina lo trataron como a un dios», cuenta Esteban. «Siempre tuvo la espina clavada de no haber podido actuar para el público malagueño en la época en la que era grande. No quería que lo viesen ya de mayor», puntualiza Alejandro Salade. Siete años antes de la aparición del musical sobre el malagueño se estrenó Las cosas del querer (1989), de Jaime Chávarri. Una cinta inspirada en la vida del cantante que, según cuenta Miguel Gallego, iba a ser protagonizada en primer lugar por Antonio Banderas, aunque el papel protagonista fue finalmente para otro actor, también malagueño, Manuel Bandera.
«Yo no conocía a Miguel de Molina hasta que un día Antonio Banderas me comentó que estaba preparándose para una película sobre él y fuimos a comprar unos casetes para escucharlo», cuenta Gallego. La película, que fue bien recibida por el público, no gustó nada al tonadillero, que la criticó duramente, asegurando que nadie de le consultó al respecto. Según Jorge Javier Vázquez, el verdadero motivo por el que Miguel de Molina rechazó el filme es porque «se centra únicamente en el episodio de la paliza y deja a un lado otros muchos aspectos de su vida y su arte».
El presentador de Sálvame estuvo muy bien arropado en el estreno en Madrid de Miguel de Molina al desnudo. María Teresa Campos, Belén Esteban, Carmen Lomana, Emma García, Maxim Huerta, Massiel o Loles León fueron alguna de los rostros conocidos que aclamaron al final de la función al actor, también malagueño, Ángel Ruiz, que ya antes había encarnado al cantante de La bien pagá en el espectáculo La copla quebrada. «Miguel de Molina fue un artista sin límite, moderno y provocador que sufrió las consecuencias de la Guerra Civil», dijo Ruiz antes del estreno de la obra en Málaga el pasado mes de octubre.
Miguel de Molina se hizo popular antes de que estallara la guerra en España gracias a la obra El testamento gitano, que representaba en el Teatro Romea de Madrid. Con él actuaron estrellas como Pastora Imperio, Vicente Escudero, Pilar Calvo, Adelita Durán y Antonia Mercé La Argentina, y su fama llegó al punto más alto al terminar la contienda, aunque después sería utilizado por el régimen franquista y obligado por el general Luis Aranda a salir de gira por todo el país. Tras la última actuación de esta gira, en el Teatro Pavón del Rastro de Madrid, varias personas, que despreciaban su condición de homosexual y que hubiera ayudado al ejército republicano, le llevaron a un descampado, donde le golpearon, le cortaron el pelo, le hicieron beber aceite de ricino y le dejaron moribundo. Se prohibieron sus películas, sus discos y sus actuaciones, y se le confinó en un pueblo de Extremadura.
En 1942, huyó a Buenos Aires, donde conquistó con su arte el corazón de Eva Perón. Se retiró de los escenarios en 1960 y desde entonces llevó una vida apartada en su casa bonaerense hasta que falleció el 16 de enero de 1993 a causa de un infarto. Pero la importancia de Miguel de Molina va más allá de su tragedia vital, puesto que su revolucionaria manera de interpretar la copla fue lo que le instaló en el olimpo. El malagueño supo romper todos los moldes de la canción y crear escuela.
Son muchos los cantantes que le rinden pleitesía, desde Miguel Poveda a Diego El Cigala, pasando por Martirio, Raphael, Clara Montes o Diana Navarro. La cantante malagueña considera que la figura de Miguel de Molina debería ser más reclamada y difundida en su ciudad natal: «Miguel de Molina es en Málaga un gran desconocido para muchos, aún siendo pionero en la estética y originalidad de la copla. Si preguntas por la calle, apenas lo recuerdan.
Fue un gran defensor de la libertad y eso le llevo a ser maltratado por el régimen y a huir a Argentina, donde ya no pudo regresar, quedándose con las ganas de actuar en ´su teatro´, como nostálgicamente llamaba al Cervantes, donde nunca pudo actuar porque la fama le llegó en Valencia y de ahí ya tuvo que marchar a Argentina. Creo que sería buena idea que en la asignatura de música de la enseñanza malagueña incluyeran a artistas malagueños y así poder homenajearlos. Miguel de Molina, Miguel de los Reyes, La Paula, La Faraona y un largo etcétera de estos grandes artistas malagueños que quedarán en el olvido si no hacemos algo».
Miguel de Molina jamás olvidó sus raíces, aunque rechazara volver a Málaga, al igual que le ocurrió a Pablo Picasso. Pero mientras su ciudad saca pecho por ser la cuna del genio pintor, entona la maldita y desafinada copla del olvido en torno al revolucionario tonadillero. Otra pena para Miguel.
Películas y espectáculos inspirados en la vida del malagueño
»Las cosas del querer» Tomando como base la vida del malagueño, Jaime Chávarri firmó en 1989 esta película protagonizada por Manuel Bandera y Angela Molina. La cinta, aunque bien recibida por el público, fue duramente criticada por el tonadillero, ya que la misma se centra únicamente en el episodio de la paliza y no en su biografía artística.
»Miguel de Molina» El espectáculo de Jacinto Esteban, con coreografía de Mati Díaz, se estrenó en 1996 en el Teatro Alameda. Rafael Acejo y Pepe Salas protagonizaban este musical que recorría toda la vida del malagueño a través de catorce canciones. El montaje ha estado casi veinte años representándose por toda España.
»La copla quebrada» La vida y milagros de Miguel de Molina fascinaron al dramaturgo Borja Ortiz de Gondra, que en el 2008 puso en marcha este espectáculo protagonizado por Ángel Ruiz y Miguel Palenzuela. El autor quiso mostrar al ser humano que sobrevivió con increíble fuerza a todos los avatares de su carrera.
»Miguel de Molina al desnudo» En su faceta como productor teatral Jorge Javier Vázquez ha vuelto a dar vida a la figura de Miguel de Molina. La obra, que se estrenó el pasado mes de octubre en Málaga, es una inmersión en la vida del cantante. Dirigida por Alejandro Salade, el malagueño Ángel Ruiz vuelve a meterse en la piel del tonadillero