Rescatar al Falla flamenco

Ha emprendido el guitarrista catalán Juan Manuel Cañizares el magno proyecto de transcribir toda la música flamenca de Manuel de Falla para una, dos, tres y hasta cuatro guitarras. Los dos primeros volúmenes incluyen las danzas de El Sombrero de Tres Picos y La Vida Breve, las obras completas Siete canciones populares y Cuatro piezas españolas además de una selección de obras para piano de diferentes épocas. Con ello, Cañizares continúa una labor emprendida hace años, cuando formaba trío con Paco de Lucía y José María Bandera, con la obra de Albéniz y que se plasmó en su disco Iberia (2007). Fue precisamente Paco de Lucía el pionero a la hora de llevar la música de Falla a la guitarra flamenca, consciente del sustrato jondo que existe en sus composiciones. Una huella flamenca que podemos encontrar en la obra del maestro gaditano anterior a 1922, fecha en la que se celebró el concurso de Cante Jondo. La insatisfacción de Falla con los resultados del Concurso que, junto a otros intelectuales, organizó en Granada, le llevó a alejarse de la música flamenca. Falla se encontró en 1922 con la realidad del flamenco de la época, en franco contraste con su propia teoría al respecto. Resultó que el flamenco no era una música natural, del pueblo, como pretendía el maestro, sino un arte de profesionales bien contrastados desde sus orígenes. Este malentendido fue la causa del fracaso de la convocatoria, ya que se prohibía expresamente a los cantaores profesionales la participación en el mismo. Como consecuencia de esta tan restrictiva norma, el concurso quedó desierto en sus premios más importantes. Sólo resultaron premiados, con galardones menores, el anciano Diego Bermúdez El Tenazas y el adolescente Manolo Caracol. El primero fue profesional en su juventud, hasta que una herida en los pulmones le obligó a retirarse del cante. El segundo fue uno de los profesionales más reputados en la historia de lo jondo. O sea que a don Manuel le salió el tiro por la culata.

No obstante, la obra de Falla, más allá de la ideología de su autor respecto a lo culto-popular, es inequívocamente flamenca, como muestra a las claras esta interpretación de Cañizares que, no obstante su flamencura, es absolutamente fiel a la partitura. Tanto es así que el tocaor confiesa haber efectuado cambios en las cuerdas de su guitarra para ampliar su tesitura y así poder ser fiel a lo escrito por Falla: "Cambié la cuarta, quinta y sexta cuerdas por las graves de una guitarra de diez cuerdas", señala Cañizares. En las Cuatro piezas españolas del primer disco de Falla por Cañizares escuchamos una guajira característica de la época en la que fue compuesta la obra, 1906, con el nombre de Cubana. De la misma manera la Andaluza es una danza de ritmo ternario cercana a los jaleos flamencos. Esta última obra está compuesta en la escala andaluza o flamenca, al igual que las dos danzas de La Vida Breve, ya en el segundo volumen, composiciones próximas a los fandangos flamencos y populares. La Nana de las Siete canciones populares aún no sería flamenca en 1915, el año que se editó, pero su melodía está emparentada con la de algunas tonás campesinas del acerbo jondo y popular. En El Sombrero de Tres Picos (1919) las citas flamencas son obvias, ya que la composición contó con el asesoramiento de un bailaor, el sevillano Félix Fernández García, apodado El Loco, que sería internado en un manicomio antes del estreno de la obra. La Danza de la molinera es un fandango, la de los vecinos una seguidilla y la del molinero una farruca deliciosa, una de las cumbres de la música española de todos los tiempos. La versión de Cañizares de la obra de Falla está muy alejada del modelo de Paco de Lucía, impregnada del flamenco-jazz en el que por aquel entonces, 1978, estaba inmerso el tocaor de Algeciras. La interpretación de Cañizares es sutil, emotiva, rotunda, visceral y sobria. El Sombrero de Tres Picos vuelve a ser en la guitarra de Cañizares una obra chispeante, plena de ritmo y de imágenes. La versión es respetuosa con el original, pero la novedad tímbrica y la personalidad de Cañizares arrojan una nueva luz sobre un paisaje de sobra conocido. Estas versiones pueden ser un buen punto de partida para una nueva revisión coreográfica de la obra de Falla.

Las obras seleccionadas, más las que aparecerán en una tercera entrega que incluirá El Amor Brujo, evidencian la estrecha colaboración que Falla mantuvo con artistas flamencos, no sólo el citado Félix el Loco, también Pastora Imperio, La Argentina y La Argentinita. Pastora inspiró y estrenó la primera versión de El Amor Brujo en el Teatro Lara en 1915. Una obra que revisitó La Argentina en 1925 para crear un verdadero ballet flamenco, ya que la versión de Pastora Imperio era una pantomima con bailes y canciones. La versión de 1925 era una obra sinfónica, la misma que estrenó Encarnación López La Argentinita en 1933 y que llevó al disco durante su estancia en Nueva York. La audición de esta última versión da fe de cómo la obra, en sucesivas versiones orquestales a lo largo del siglo XX, fue perdiendo parte de su esencia flamenca, que en 1931 Encarnación López aún mantenía intacta. Por ejemplo, la Canción del fuego fatuo es una bulería, estilo flamenco recién creado en la fecha en la que Falla compuso esta pieza, y muy popular entonces, que en las versiones de las mezzosopranos que vinieron más tarde fue perdiendo su esencia jonda. Incluso en las que han llevado a cabo cantaoras de flamenco como Lole Montoya o Esperanza Fernández se ha perdido este origen jondo, en buena medida ya que, obviamente, no han tenido en cuenta la versión de La Argentinita. Estamos seguros que la entrega que Cañizares ofrecerá en breve de esta obra será inequívocamente flamenca