RESEÑA EN MEMORIA DE EL HNO TITO

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Desde esta Dirección y la de los Antiguos Alumnos, queremos manifestar unas líneas para expresar un testimonio público de gratitud, especialmente a Tito por su dedicación y entrega, al mismo tiempo a la Compañía de Jesús, por haber  puesto al frente de los jóvenes alumnos que vivieron internos en este centro durante la década de los años 50.

           

            Arcángel, siguiendo aquella senda de vocación por la enseñanza, tiene la suerte de ser destinado a un colegio de niños necesitados, que  carecían de las oportunidades educativas necesarias para labrar un futuro de cualificación personal y social, tan necesaria para el progreso de un país que acaba de ser destruido por una guerra fratricida y cruel.

 

            Fue un auténtico emprendedor, pues en el área deportiva apostó por la competitividad y el esfuerzo, llevando a estos chicos a cotas de éxito deportivo bien conocidos por los coetáneos de El Palo y Málaga de esos años.

 

            Hizo de la enseñanza una vocación más que un oficio.  Sólo los que poseen un alto sentido de la vida y de la sociedad son capaces de llegar a ser educadores.  Fue un insigne, que junto a otros sacerdotes y profesores de aquellos años, contribuyeron a promover la libertad y autonomía a través de la educación, no sólo en lo académico, sino a poner al servicio de los demás sus capacidades para el desarrollo de la sociedad. ¡Apostó para que la educación de estos pupilos fuera de calidad!  Y es que la verdadera educación es aquella que te ayuda a obtener lo mejor de nosotros mismos. ¡Muchos habrán olvidado lo que les dijo, lo que hizo, pero nunca han olvidado el trato que recibieron, siempre con una auténtica disposición y un corazón abierto, a pesar de la dureza y exigencia! Estas promociones tienen el orgullo de haber tenido  un nítido ejemplo  de su excelsa dimensión vocacional, pues  además de la cohesión social y del intercambio de conocimientos, su trabajo nunca concluyó en los muros del edificio del ICET, pues acompañaba hasta los domicilios familiares, en distintos pueblos y ciudades de origen de aquellos adolescentes, tratando de implicar a los padres en el éxito formativo.

 

            Como jienense fue un campesino que, como buen sembrador supo arrojar la semilla de la cultura en los surcos abiertos y prometedores de las almas de los futuros ciudadanos, y que la sociedad ha cosechado para la grandeza de este país. Supo encender la luz del conocimiento cumpliendo la más alta misión del destino de aquellos seres: abolir la ignorancia y encender la llamarada de la fe en las almas, a través de nuestra Virgen del Carmen, para hermanarlos en un fuerte abrazo de solidaridad, como dice mi amigo Francisco Ruiz. La Barriada y el Colegio les deben mucho, como a los educadores de aquellos años en este país y de todos los tiempos. Se les debe el reconocimiento por su entrega a la enseñanza del culto a nuestra historia, la admiración a nuestros héroes y a nuestros santos, además del deber de defender la verdad y la libertad a través del amor.

 

            ¡Que Dios te bendiga! ¡ Y a Ti, Virgen del Carmen, intercedemos por esos más de 60 millones de niños, que hoy en el mundo no han tenido ni aún tienen la oportunidad, el beneficio y el privilegio que los que aquí  tuvieron, y que aún hoy tienen,  entregándose con tanto amor y generosidad!

           

            Gracias Tito. Una muestra constatable de trascendencia es la permanencia en la memoria. Siempre te tendremos entre nosotros.

 Francisco Luis Martínez Villar

Relaciones Institucionales SAFA-ICET