. Aguardando “sus particulares ganas de hacer o no, de responder o no, de esforzarse o no, de ir o de venir . . . a expensas, por lo tanto, de los vaivenes ansiosos de los mocosos que no acaben de saber qué quieren . . . aunque resulte que se les haya depositado la confianza de decidir . . . en lugar de los adultos que sujetos a las nuevas alternativas psicopedagógicas acaban por volver locos a los unos y a los otros. Por mucho que justifiquen lo contrario, tan encantados de “comprobar que su niño sabe inglés porque ha dicho con mucha gracia hello” .
A pesar de que, a menudo, vayan echando en falta la rutina que pueda tranquilizarle, sin que nuestros pequeños deban ir “decidiendo” lo que “quieren comer, a qué hora les apetece acostarse, si quieren ir o no al colegio, si han de portarse bien o no, obedecer o no, si quieren, al fin, interrumpir constantemente para contarnos sus inquietudes tan inofensivas como porculeras, . . .”, hasta la insatisfacción instalada en sus inocentes existencias, obligados a ser constantemente el centro de sus convulsiones dialécticas, exhibicionistas, graciosas, . . . hasta el agotamiento de quienes deben hacer corro y coro.
Sin haber descubierto que, después de todo, los límites también existen, incluso para nuestros pequeños, recién paridos a la vida, sin haber encontrado aún el cauce de sus breves existencias, por aprender y saber que también existe un camino, que ese camino se descubre también con ayuda, y que hay cunetas que delimitan el camino, porque los límites ayudan a saber comportarse, a aprender a comprometerse, incluso . . .con la bondad y el respeto, el esfuerzo y la curiosidad, por no querer entender que ellos no son “la octava maravilla”, “los cisnes que parecen patos patosos”, . . . aunque “no haya nadie como cada uno de ellos”, siendo todos y cada uno de ellos . . . ¡tan iguales!, sujetos a los límites de la convivencia fértil y creativa, humana al cabo.
Cuando parece que ahora está de moda hacer dejación del esfuerzo de acompañar y guiar, al tran tran de la rutina, dentro de unos límites razonables de comportamiento . . . por muy niños que se nos presenten . . . los adultos del mañana, los niños de hoy.
Torre del Mar enero – 2.017