Y sin duda tienen razón, porque desde los miserables que se guardan tras los insultos, los menosprecios, desaires, bofetones, maltratos psicológicos, incluso físico, no demasiado llamativos, en un sinfín atroz que mina la personalidad, la entereza, la personalidad y la felicidad de su mal llamadas “compañeras”, . . .hasta los asesinos contumaces, mezquinos y sin derecho al perdón, todos ellos tienen un común denominador: la incapacidad absoluta para saber amar.
Y son muchos, demasiados . . . quienes no saben amar, y antes al contrario solo saben hacer daño, odiar, zapar la integridad personal, psíquica y física de quien y a quien juraron amor eterno.
Y con todo, y simultáneamente “el amor”, en prime time, ese concepto tan sobrevalorado, que va de boca en boca, que se celebra con algarabías sin control, que se documenta, se exhibe, con nuestros famosillos y famosos de tan escasa o relevante entidad ofreciéndonos sus idas y venidas amatorias, como asuntos de único y gran interés, con aluvión de programaciones, tan superficiales, tan vacuas, de amores y más amores, de películas desplegando historietas de glamour y amor, en tonos apastelados, con noviazgos tempraneros, con noviazgos deshechos, con segundas y terceras oportunidades, con traídas y llevadas de amoríos como únicas y trascendentales temáticas para . . . ¿dar sentido a una existencia aceptada socialmente de exclusiva trascendencia?.
Mientras se acumulan los fracasos y se almibara el amor hasta lo intragable, en tanto se olvidan aspectos fundamentales de “ese amor” tan enaltecido, tan televisado, tan de colorines, como deberían ser el afecto, el respeto, el deseo de “ser junto a . . .”, la necesidad de “no dejar de ser . . .en compañía de . . .”, aprendiendo cada día “a amar respetando, a amar la singularidad de quien no es uno mismo, a amar la felicidad de quien solo acompaña sin dejar de ser, al cabo, premiando con su propia autorrealización . . . a quienes también prometieron amor y dedicación“.
Porque no resulta tan fácil “amar” cuando se mira para uno mismo, cagado de miedo e impotencia, de cobarde maldad, acechando, al fin, la felicidad de quien no “se ha plegado” a las mezquinas y perversas pretensiones de sus maltratadores.
Porque, al cabo, el amor es algo demasiado serio como para tomárselo a título de inventario en la pasarela de lo chic, porque se desvanece el amor ante el narcisismo, el egoísmo, la incapacidad de empatizar, por mucho que las poses sean “reconocibles”, igual de mentirosas, tan amenazantes, tan peligrosas . . .cuando, al fin, “no se sabe y no se quiere amar”. . . ¡respetando!. . . que el otro vale más que el miserable que le impide que se sea como se es, porque la bondad, la ternura, el respeto . . . son virtudes y el machismo una maldita lacra.
Torre del Mar agosto – 2.015