S A R C A S M O . . .

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En las postguerra, a los vencidos, a quienes se les juzgaba por vencidos y enemigos, se les imputada una acusación que era, en sí misma, un insulto, un terrible sarcasmo, una impúdica desvergüenza, tal como suponía acusarlos de “adhesión a la rebelión”, exactamente, por y de parte de los golpistas que habían acabado con el orden legal establecido, mediante la violencia y el exterminio.

                                                            Cuando se escucha ahora al señor Cañete y sus conmilitones, asentados y aposentados en el machito del poder, hablar, perorar, pontificar contra ”la corrupción”, prometiendo que van a acabar antes que tarde con el desempleo, y cuando hablan y hablan, peroran y peroran, repiten y repiten que la recuperación está ahí mismo, a la vuelta de la esquina, con la necesidad y la precariedad galopando entre nosotros, y que los malos, malotes son los otros. . . sin una mención al desmantelamiento cruel, infame y obsceno, en estos dos  años y medio, del estado del bienestar, por parte de su gobierno al que él pertenece, ni al entreguismo al poder financiero y empresarial, con una pérdida insoportable de derechos laborales y hasta humanos, cuando resulta que la educación y la sanidad públicas, la atención a la dependencia, . . . se están quedando en pañales, cuando el salpicadero de casos de corrupción de los que se dejan sobreseír como si no fueran con ellos, en un ejercicio perverso y nauseabundo de hipócrita doble y triple moral, y aquí no pasa nada, y ese tesorero, allá sabrá él, por muy finiquito millonario que se le concediera, en diferido o en directo, y  niegan una y otra vez la evidencia, y se llaman a andadas, y aquí no pasa nada cuando ya el hedor es insoportable, y el único discurso es echar la culpa. . . a los anteriores, y los imputados se diluyen o se eternizan en recursos, sin haber asumido ninguna responsabilidad, y aquí nadie contesta nada que comprometa. . .

                                                            En tanto el señor Arias Cañete habla del sexo de los ángeles, para que pase cuanto antes el trago de la campaña electoral y que, “dios, dios mío que nos quedemos como estamos o casi”, con sus incondicionales, para asegurar la poltrona a los estómagos agradecidos. Según los sondeos aunque bajen un 17% en voto, los escaños apenas pasarán de 24 a 22. Es decir que todo seguirá igual o casi, aunque la abstención crezca y la desafección de la población hacia la casta política siga creciendo y a ellos les dé igual . . .porque el chiringuito ya es de su propiedad.

                                                            Mientras el candidato Cañete recita la cantinela sin convicción . . . y para qué . .  .si el pescado ya está todo vendido. .  . y los réditos permanecen y ya aumentarán

                                                            Con una oposición levemente crítica, también a lo suyo, sin estridencias mayores que aseguren las poltronas a quienes . . . no se pueden quedar sin ellas. . . y que continúe el invento. . . y que como sucede en el tour ciclista, por ejemplo, si les preguntan a los corredores bien colocados si piensan atacar. . . pues responden que no. . . porque igual se desfondan y pierden lo conseguido. . . y así se perpetúa la pantomima, con un 50% o más de abstención de una población asqueada y desencantada, y un reparto del botín aseadito y apañado para que todo permanezca igual o  parecido, porque, en realidad, les importa una higa si el desánimo y el escepticismo ya ha anclado en la sociedad.

                                                            Y con todo, seguiría siendo su victoria y nuestra la derrota definitiva, ¿o no?, cuando resulta que nuestra arma principal es el voto. . . aunque sea en blanco, aunque sea nulo, aunque sea para cualquier opción distinta a la de los acomodados políticos ¡ de pedigrí!. .  .aunque el miedo y el desaliento nos invite a quedarnos en casa, aunque empezamos a aceptar y a asimilar que deberemos conformarnos con las migajas.

                                                            A pesar de que una vez más y lo repito convencido:  ¡quién anda vence!, porque no nos lo podemos permitir, simplemente porque quedaríamos auto eliminados en el asfalto de la desesperanza y la decepción.

 

                                                            Torre del Mar 28 – abril – 2.014