como colaboración necesaria, aunque luego «se pida perdón, se muestre sentimiento de escándalo inevitable, «de mucho bochorno y recurrentes disculpas». . .dentro de la «cultura cristianísima» del perdón y vuelta a empezar, a las andadas o al olvido reparador, porque la «burla burlando del burlador de Sevilla» sigue en plena actualidad, como le sucedió al «condenado por desconfiado», en virtud del ejemplar y santo anacoreta que «dudó» en el último instante y murió «condenado» por toda la eternidad, mientras el golfo de turno a nada que se arrepienta ya tendrá ¿el perdón de sus pecados? .
Como para estar seguros de que cuando el presidente Rajoy «pide disculpas» solo está de «pose», como para sigamos sin creernos nada, con la alcaldesa de Alicante, doblemente imputada, otro ejemplo, que sigue ejerciendo de alcaldesa y que sigue militando en el PP, como para que nos creamos esa «falsa y huera petición de disculpas», por mucho que, de nuevo, el presidente Rajoy intente emborronarlo todo hablando de los ERES en Andalucía cuando trata de explicarse de la corrupción de apesta en el PP.
Hartos pues los gobernantes del PP, como responsables de la gobernación, en virtud de su mayoría absoluta, negándose a hacer una sesión monográfica sobre la corrupción en el Parlamento, de dar explicaciones, ¡qué descaro!, ¡qué atrevimiento!, como para decidirse a seguir haciendo lo que puedan y les dé la gana, «pidiendo disculpas» con la boca chica, por encima de la «gente» que sí que está harta de verdad, como por ejemplo ante la sentencia, vía urgente, que multa a un anciano con 3.600 euros por protestar ante un desahucio.
Y entretanto los apolíticos proclamando que con ellos no va la cosa hasta que ya sea demasiado tarde, cuando resulta que la hediondez también es política, y la necesidad de no callarse también es política, y de la apuesta por la honestidad y la ejemplaridad también es política, y que jugarse la cara por la propia dignidad es la expresión más política.
Torre del Mar octubre – 2.014