S I N T R E G U A

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“La tragedia nos golpea cada día con imágenes  que reflejan el naufragio moral de un continente cuyos principios se resquebrajan por la incapacidad y la insolidaridad gubernamental con quienes, al borde de la desesperación, están dispuestos a perder sus propias vidas en su huida hacia la libertad”. Fernando Clavijo

 

                                                Sin duda que es perceptible un cambio de actitud en algunos de los dirigentes europeos. Y que ese figurado cambio abona la sensibilización hacia la crisis imparable de los refugiados, de parte de nuestros gobernantes, viendo el espectáculo insoportable del niño Aylan, con sus tres añitos rodando muertos a merced del suave oleaje. Como para que ahora “se pongan manos a la obra”, para la semana que viene si se dan mucha prisa, mientras los muertos seguirán “callando” . . . a pesar de todas las dificultades, obstáculos y zancadillas, entre manifestaciones xenófobas, tan injustas, tan injustificables, mientras calculan los poderosos que también la tragedia les puede ser rentable.

                                                Y será de agradecer  sin duda esta reconciliación con la ciudadanía de a pie, como siempre, junto a los más desfavorecidos, junto a la “chusma” que huye despavorida hacia donde se quepa o se pueda.

                                                Y por eso mismo parece que ahora la gran maquinaria de la “solidaridad institucional” comienza a moverse, y es una buena noticia, sin duda, aunque uno lamente que llegue demasiado tarde, que llegue para disfrazar el honor del infierno televisado, que llegue para calmar conciencias poderosas que también habrán de . . . justificarse, pero menos.

                                                Y uno concluye que es una tragedia de dimensiones colosales, universales, la crisis de los refugiados, y que sin duda merece que los organismos internacionales y paren y reconduzcan esa tragedia inadmisible.

                                                Pero uno teme que esta trágica necesidad haga olvidar  o colocar en un plano secundario otras flagrantes injusticias sociales, viejas, intolerables.

                                                Porque ahora resulta que parece que “ser un muerto de hambre será más llevadero”, como los miles de desgraciados que han intentado llegar a Europa, también, intentando salvar vallas y muros, mares y océanos, en cayucos, pateras, balsas hinchables. .  . porque . . .

                                                “la desigualdad” es el gran mal, la desigualdad rampante, la desigualdad inmisericorde, la desigualdad cómplice de nuestros gobernantes . . .cuando predicaban y predican “la austeridad” perversa y malévola, los recortes en nombre de “sus beneficios”, con millones de desempleados, con más de dos millones de españoles sin ingresos alguno, mientras siguen pidiendo “sacrificios” a los desgraciados de siempre, a los pobres de “toda la vida”, en el abismo de la desigualdad . . .

                                                Mientras la tragedia humanitaria, social y económica . . . aumenta y continúa dejando en evidencia la política que va arrasando el presente y el futuro de esta humanidad. . . ¿sufriente?

 

                                                Torre del Mar     septiembre – 2.015