Ahora mismo hay tantos seres humanos e incluso más sobre el planeta Tierra como los que han nacido, vivido y fallecido desde que el ser humano deambula por «su planeta».
Y aún nos queda tanto por descubrir y ya hay millones y millones de congéneres abocados al exterminio por razón de su propia existencia.
Conflictos, guerras, atentados, religiones, dioses, gurús, dignatarios, líderes, mitos, políticos, sacerdotes, esbirros del poder, disputándose las migajas, mientras se enfrentan, se pelean, se matan, se destruyen con saña. . . para a continuación argumentar, justificar lo injustificables.
Ante un futuro incierto y seguramente peor que el pasado que recreamos, en la aventura vital por encanallarnos más y más, los seres humanos tirándose sobre la yugular de los unos contra los otros, en una ley universal del «sálvese quien pueda» para cuando «ya sea demasiado tarde». . .aunque «siempre vuelve a ser demasiado tarde» . . . si somos capaces de parar un solo día sin haber ofrecido una sonrisa al sueño de ser mejores.
Y entretanto la humanidad perdida en sus preocupaciones cotidianas, de pura supervivencia rayana en la desesperada fe en la nada, con los macrorresultados dando alas a los dignatarios que sabrán seguir «a lo suyo» sobrevolando las penurias diarias, la triquiñuelas para ir espigando de aquí y de allá, con la fe puesta en las propias fuerzas desmayadas y, sin embargo, irresistibles, para que, al cabo, la humanidad «no se dé por rendida». . .ahora que «ya somos más que quienes han sido». . . y no sabemos si eso será para tirar cohetes o no. Torre del Mar 30 – agosto – 2.014