Es curioso que quienes más alaban la institución monárquica, intocable según dicen, juran y perjuran, y en consecuencia como para que la figura o figurón de su persona encarnada entra en barrena por “declinamiento” interpuesto, su majestad el rey, para que luego sean los primeros en sortear su importancia, dejándola a los pies del . . .puro desaire.
Para que pueda darse el espectáculo que nos ofreció “el maestro en luces”, por antigüedad y orden adquirido, como para que hubiérase atrevido a abrirse de capa y recibir el burel que fuera a tocarle en suerte, cuando dio un “paso atrás” y se negó a pisar el redondel.
Como para que resultara un gran desaire al ofrecimiento del monarca, crédulo el infeliz en que “el maestro” tuviera los “machos bien apretaos” para asomarse, siquiera, al filo de las tablas. Ni siquiera para intentar un faetón de aliño.
Como para más inri y descaro aún atreverse a dejar “emplazao” al buen rey para cuando tuviese ganas e incluso otra oportunidad, el maestrante diletante, que si sí o que si no.
Y ahí anda la cosa de la investidura o no, posible o imposible, a favor de paisanaje o a cara de perro.
Y en esas estamos, con el viejo maestro del gran partido en poder “repuchao” en el burladero, por ver si sale el “morucho pastueño”, y al siguiente maestro en el escalafón y por antigüedad queriéndose “liar” la capa a la espalda, con todas las presiones por si se le ocurre citar al alimón con el “maletilla” peligroso, “proetarra, boliviarano, chavista, antisistema, proiraní, comunista, anticapitalista . . .”, peligroso para “la libertad” ¿de quienes? . . .¿de los granujas que han ido esquilmando nuestro país?. . . .mientras “el alguacilillo del reino” ha de aguardar que decidan “los maestros” cuando aceptarán salir a ¿hacer la faena?, en pleno despliegue de la “real majeza” de “su majestad el alguacilillo del reino”.
Mientras hay “que trabajarse” el miedo cerval, insuperable por “las hordas rojas” que amenazan, según repiten y repiten impunemente hasta la saciedad . . . el “continuará” de lo ya conocido, por mucho que hayamos salido perdiendo tantos y tantos.
Y al paso el “alguacilillo” abriendo plaza con su prestancia real y postinera.
Torre del Mar enero – 2.016