O insensibilidad interesada, deshumanización de lo que debería afectarnos a diario, a merced del "partido del orden y la estabilidad" que tiene la desfachatez de erigirse una y otra vez en árbitro de la moralidad que habrá de observarse, todo muy políticamente correcto, todo muy conveniente para ese partido, el PP, que "debe meter tanto miedo" como para poner en alarma al resto de las formaciones para que olvide el grueso de la desvergüenza cotidiana y entre "en el juego", entre en su juego, por una razón o por la contraria.
Uno "¿ya no se acuerda de la indignidad que aplicó el PP cuando estando en la oposición acusaba al presidente Zapatero de tener "las manos manchadas de sangre"?, por ejemplo, y que le salió bien, como para que se olvidara muy rápido lo dicho, puestos ahora en la tesitura de la iniquidad por la afianciación, por ejemplo también, de la precariedad en el empleo, dados por perdidos ya ¡tantos derechos!, como si estos problemas fueran de inferior categoría.
Con el último asunto "sensible" regresando a las andadas del PP que tan bien sabe enredar la actualidad para distraer al personal, como ahora lo ha sabido hacer con el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, poniendo en el centro de la diana de sus insidias a Carmena y a la "izquierda contumaz, extrema, indigna, mezquina, enferma…", según su artera manera de definir, montando el rifirrafe adecuado, con el buen servicio de su escudero de confianza, el C´ s, para enarbolar la bandera de su "particular integridad", cuando se trata según de qué, cuando ya es miserable poner en entredicho el compromiso de Manuela Carmena con las víctimas del terrorismo, con la defensa de la justicia para los más desfavorecidos, más perseguidos, más amenazados.
En tanto se soslaya la práctica habitual del PP, especialista en haber calificado a las víctimas, en aquellas que se merecen todo el realce, como es lógico y humano, y en aquellas otras que sólo han de merecerse, como poco, el olvido, el silencio y hasta la puesta en duda su calidad de víctima.
Porque, por ejemplo, ¿les escuece demasiado poco el atentado del 11-M y sus víctimas y familiares algo renuentes al silencio y el otorgamiento mudo?, por lo tanto. También como cuando, por ejemplo, no les interesa mucho … las víctimas del metro de Valencia, o también las víctimas de Angrois, puestas en salmuera para que se vayan difuminando. Y no digamos nada de su indiferencia y falta de empatía absoluta por las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista, a quienes prefieren mantener enterradas en las cunetas. Y también ¿se han olvidado de las víctimas de la hepatitis C?, y ¿qué decir de las víctimas de la política migratoria …?. Y se podría continuar, y se podría lamentar, incluso sin necesidad y sobretodo de utilizarlo políticamente contra el adversario.
Y todo es demasiado asqueroso, permíteseme la adjetivación popular, cuando se percibe tanta estrategia infame para desgastar al adversario político, aunque en la refriega se utilicen todas las añagazas, incluso aunque nos llevemos por delante el sentimiento hondo y sincero por Miguel Ángel Blanco y por todas las víctimas que desde hace tanto aún no ha recibido el reconocimiento debido.
Por mucho que cueste singularizarse a merced de tanto sepulcro blanqueado señalando impíos …
Torre del Mar julio – 2.017