Ambas capitales albergarán el próximo sábado manifestaciones para reivindicar el derecho a una casa digna frente a la especulación y el alza de precios que provocan los pisos turísticos
En Málaga la vivienda lleva tiempo siendo el principal tema de conversación de sus vecinos, que son los que están tomando el protagonismo en las últimas asambleas organizadas por la plataforma Málaga para Vivir, como Luis, de 70 años y Lidia, de 63, que viven en la barriada de El Palo, al este de Málaga. Son matrimonio y en su juventud, con mucho esfuerzo, lograron comprar una vivienda. Es justo lo que les gustaría que hicieran sus hijos, pero saben que para ellos la operación es prácticamente imposible. “Los alquileres están por las nubes y adquirir una es aún más complicado. Ahora todos los pisos se dedican a alojamientos turísticos”, señalaban este jueves mientras esperaban al inicio de una asamblea vecinal. La reunión fue organizada por la plataforma Málaga para Vivir, que eligió como ubicación una plaza situada justo frente a donde está prevista la construcción de un bloque con 37 apartamentos turísticos. Fue el cuarto encuentro celebrado en distintas zonas de la capital malagueña con el objetivo de crear tejido social. También llamar a la participación de la manifestación que este sábado han convocado bajo el lema Si nos echan de los barrios, paramos la ciudad. La marcha llega apenas cuatro meses después de la que congregó a más de 15.000 personas en junio.
Carlos Aceituno, uno de los miembros de Málaga para Vivir, explica que la protesta se sostiene en tres pilares: el acceso a la vivienda, el trabajo precario y la destrucción del territorio. “Reivindicamos pisos asequibles, empleo digno y respeto a los barrios. El modelo turístico nos está expulsando de la ciudad y la está convirtiendo en un lugar invivible”, explica. Aclara que no tiene nada contra los turistas. “El foco no está en las personas. Está en el modelo que explota la ciudad y no respeta a los que vivimos aquí”, insiste. Las estadísticas de la Diputación Provincial reflejan que la capital malagueña cuenta con 13.089 viviendas con fines turísticos, que acumulan más de 68.000 plazas de alojamiento, aunque alrededor de un millar están pendientes de recibir licencia.
“Una ciudad no es una fábrica. No estamos para trabajar para los caseros y los turistas”, afirmaba Roberto en la última asamblea, megáfono en mano. “A nosotros nos quieren echar del piso, al que uno de mis hijos dedica su sueldo entero para pagar el alquiler. Esto es un problema que nos afecta a todos”, decía Rosa. “La situación de la ciudad actual, de colapso turístico y rentismo carroñero, no es un fenómeno meteorológico, no surge por generación espontánea, es el resultado de un modelo de ciudad planificado para explotar y, a la vez, expulsar a su vecindad”, resume el Manifiesto por la vecindad impulsado por la plataforma.
El Ayuntamiento de Málaga también ha empezado a mover ficha. Hace unos días se aprobó prohibir los pisos turísticos en hasta 43 barrios de la capital. Son los que superan el 8% de viviendas turísticas frente al total registradas, según un estudio encargado por el consistorio, que recoge que hay zonas donde hasta el 53,7 de los pisos existentes están dedicados a alojar turistas. Y destaca las consecuencias de esta saturación: expulsión de los vecinos, peor calidad de vida de quienes se pueden quedar o aumento de precios de alquiler y compra. Son, justo, parte de las reivindicaciones recogidas por el Sindicato de Inquilinas de Málaga desde hace años.
El tercer paso impulsado por el alcalde, Francisco de la Torre (PP), acaba de arrancar sin consecuencias claras. Hace unos días solicitó al Área de Urbanismo que buscase un marco jurídico que permita vetar por completo la apertura de nuevas viviendas turísticas en toda la ciudad, incluso más allá de las zonas saturadas. A cambio, el regidor aseguró que los hoteles tendrán “alfombra roja” para que la capital disponga de las plazas que necesita para atender al turismo. Sus palabras han sentado muy mal en la patronal.