SOBRE EL TRIUNFO Y LA DERROTA

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A mi amigo y joven, siempre joven alumno mío que lo fue y ya va para treinta y siete años: Para Bienve, con afecto y orgullo.

 

Me comentabas en tu último e-mail que “vas tratando de asimilar poco a poco los resultados electorales pero que te cuesta mucho . . .” , avergonzado por ser ciudadano de un país que no castiga la corrupción, en el que el partido en el gobierno va desmontando el estado del bienestar “sin despeinarse”. . .

Y uno solamente puede ponerse al lado del dolor y la incomprensión de cuántos han visto frustradas sus expectativas ante el resultado electoral. Y solo quiero ponerme al lado de Bienve para recordarle que siempre se empieza desde el punto cero, porque “ya hemos ganado”, porque ya “nos hemos levantado” y seguimos, seguiremos en la brecha.

Aunque no debamos olvidar, por ejemplo, lo que escribe Julio Llamazares cuando afirma: “Hechos todos los análisis de los últimos resultados electorales . . . a mi ya solo me cabe hacer una afirmación: el problema de España no es político, es moral. Que me explique, si no, alguien cómo se puede entender que la cuarta parte de los españoles apoye con su voto al partido con más escándalos de corrupción de la historia de la democracia española: es decir, cómo se puede aceptar sin huir del país como los británicos de Europa que a uno de cada cuatro de tus compatriotas les importen más sus colores o cualquier consideración económica que la constatación reiterada e innegable de que el partido al que da su voto está podrido por dentro y por fuera”.

Y con todo ello solo queda volver a sonreír, retomar las bridas de nuestros sueños y nuestro coraje y volver a intentarlo, una y otra vez, por nosotros mismos, por sentirnos libres y fuertes, porque la razón última es la humanidad, la nobleza y la honestidad para sentirnos junto a los desfavorecidos, contra la desigualdad sangrante y rampante, perfectamente explicada por los gurús del poder que pretende eliminarnos poco a poco . . . hasta convertirnos en masilla a su servicio, en vasallos consentidores . . .E intentarán desengancharnos de la res pública, de la cosa pública, en fin de la política.

Pero a pesar de todas las derrotas, como la hierba más humilde, más pisoteada . . . volveremos a levantarnos, una y un millón de veces . . . como se ha venido haciendo desde que el ser humano ha pretendido ser, eso mismo, ¡humano!.

Y para siempre la derrota volverá a ser tan amarga como cada vez que hayamos de volver a levantarnos . . . con una sonrisa, con el puño cerrado, con la determinación en el alma . . . porque la utopía soñando un mundo más justo ya forma parte de nuestra existencia . . . ¡invencible!.

 

Torre del Mar julio – 2.016