Es curioso que nuestros niños reciben todos los estímulos y complementos en su aprendizaje reglado, y quien más quien menos desde su adultez supervisora, hace malabares para que su retoño aprenda inglés, lenguaje musical, yudo, instrumento de y para tocar, ballet, aerobic. . . sociabilidad para tener amiguitos, juegos para aprender a respetar las reglas, manualidades, teatro, campamentos, ludotecas . . . en un sinfín de conocimientos a la carta para que el infante disfrute y aprenda mucho, una barbaridad, y no precisamente por ese orden, aunque el chaval termine por ir a regañadientes a tantas actividades, en unas jornadas maratonianas que vayan fundiendo poco a poco a nuestros hijos, alumnos, pequeñines. . . sin cesar de alargar sus dedicaciones exclusivas hasta sacar el cacumen por peteneras entre tan radiantes e infantiles cerebritos.
Y es curioso asimismo que este aprendizaje tumultuoso se lleva a cabo, sepa o no sepa leer el crío, le guste o no le guste, hayamos sido capaces o incapaces absolutos de haberle creado esa destreza tan maravillosa de saber leer, de querer leer, de poder y desear enfrascarse en la lectura de cuantas aventuras puedan ir dejándose posar en la esponja infatigable que podría ser la mente curiosa y afanosa de nuestros retoños, dando por descontado que lo de la lectura le vendrá por “sobrevenido” al rapazuelo al que todo el mundo le dice que tiene que leer, y leer, ¡pero cuando!, hacer ficha del libro que ande leyendo, para leer y estudiar, estudiar y leer, memorizar como sea. . .¡para aprobar!, aunque no se sepa leer, dando por descontado que lo de leer es una habilidad menor y que el niño habrá de saber leer y comprender por arte de bibibirloque, ¡manda narices!, aunque un porcentaje significativo de muchachos no vayan enterándose de nada de lo que . . . ¡deletrean. . .que no leen!
Y un año más celebraremos el día del libro, voluntariosamente y de muy buena intención, para que se renueven los autos de fe en las bondades de la lectura, para que se nos queden a todos las conciencias a remojo de los buenos lectores que serán nuestros niños. . .si lográramos imbuirles la afición y la necesidad de leer, para soñar, para aprender, para conocer, para que logren nuestros niños dejarse mecer por la magia de la lectura fácil, interesante, sabia, que enriquezca y se haga imprescindible . . .entre nuestros retoños que ojala alcancen a dejarse enamorar por la seductora lectura. . .cuando no es obligatoria ni difícil. . .simplemente porque nuestros hijos, nuestros alumnos . . .sepan y quieran leer perfectamente.
Porque en la fuente de la felicidad y del éxito, sin duda, se encuentra en la destreza y la afición por la lectura.
Por mucho que digamos que sí, que sí. . .y no acabemos de creérnoslo del todo
Torre del Mar 16 – abril – 2.014