Pero en fin tal vez resulte que la ideologización de no sé qué intereses explique esa barbaridad de utilizar recursos públicos para ¿enseñar los intríngulis? de una religión que debería ser sentida y vivida desde la fe que la dé sentido, precisamente.
Paralelamente, una ciencia, del pensamiento, como la filosofía “ha caído” en picado en esos currículos que, se supone, se han de elaborar pensando en la formación integral de los estudiantes, de todos ellos, y siempre que se entienda lo de la filosofía “como el conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales sobre el hombre y el universo”.
Y esto sin querer acordarnos de que ha sido “arrancada” del ese manoseado currículo una asignatura que, según mi criterio, debería ser troncal y me refiero a la “Educación para la ciudadanía”, como aprendizaje de “ese civismo” que luego tanto se echa en falta.
Por otra parte siempre que se reflexiona sobre este asunto no puedo dejar de acordarme de lo que, con cierta frecuencia, mi madre me comentó a lo largo de su vida, cada vez que recordaba “la vergüenza insuperable” que pasaba, siendo una niña, en el pasillo de su colegio, allá en el Gran Bilbao, en la época de La República, una escuela pública de la época, en la que por cierto se permitía “dejarse expulsar” del aula cada vez que en el horario de clase se pasaba a impartir la asignatura de Religión Católica, y mi madre, según indicaciones de su padre, mi abuelo, “era expulsada” de clase mientras durase el tiempo dedicado a la religión.
Mi abuelo creía que la escuela no debía ser el lugar donde se impartiese tal materia, tan subjetiva precisamente para quienes creyeran o no creyeran.
Mi madre, niña obediente y feliz, acudía a catequesis, dos días a la semana, a su parroquia de San Vicente de Paúl, y durante toda su vida fue una buena católica, practicante, observante ejemplar con los principios evangélicos de la doctrina católica . . .pero jamás pudo olvidar la humillación sufrida de niña por “verse apartada” . . .por razón de algo que no alcanzaba a comprender.
Y después de tanto tiempo, en los días que corren, se vuelve a las andadas de antaño, de siempre, con la impartición de una fe particular en sede pública.
Y ahora el candidato socialista preconiza que si gobierna “quitará la religión” de la escuelas, y los cancerberos de guardia ya han saltado a la yugular de ese intento que, por cierto y de paso, nadie se cree.
Torre del Mar octubre – 2.015