Sobre LAS HORDAS RADICALES

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Hordas radicales como las que constituyen los trabajadores que quieren ejercer su derecho a huelga, su derecho a no transigir por las obligaciones leoninas, injustas y viles, que han de tragar, si quieren ser considerados ¿constructivos?, hacia la “estabilidad y el orden”, de nuevo, aunque haya que “absolver” a ocho trabajadores de Airbus, para quienes el fiscal pedía ocho años por participar, eso mismo, en una “huelga general”, de forma activa, natural, con rabia, desde luego, informando, presionando, ¡qué remedio, . . . si cuesta tanto arrancar los mínimos avances y tan poco perderlos.

                                               Y hordas radicales también las constituyeron los trabajadores del canal Isabel II, en la capital ¿rompeolas?  de la injusticia social, que protestaron y denunciaron por los manejos que encaminaban a la privatización del agua y otras turbiedades de ese jaez, en el seno del partido del gobierno, y que ahora se van decantando hacia una efectiva financiación ilegal del partido, ¡oh sorpresa! del PP, y de la impoluta Aguirre, y que, sin embargo, hicieron pagar a los trabajadores despidiéndolos, por tales denuncias, por “desagradecidos”, mientras ahora los responsables de la cúspide andan “salvándose como pueden”, sin despeinarse, cuando ojalá no sea tarde y la maquinaría judicial haga su labor, más rauda que lenta, contra la hez de la podredumbre de la corrupción hasta la náusea incontenible.   

                                               Y las hordas señaladas como peligrosas, con declaraciones del inefable ministro de Interior contra las actuaciones judiciales como sospechosas de “parcialidad contra el PP”, ¿?, mientras las hordas radicales siguen dando miedo según los voceros “instalados” en la estabilidad y el orden que afiance “el estado de las cosas”, tal y como están . .  .para que sigan arriba los de siempre, ¡por supuesto?, aunque la carnicería siga sobre las hordas y algún que otro caído haya que contabilizar entre las élites.

                                               ¡Es lo que hay!. . .  ¡cosas veredes!.

 

                                               Madrid    febrero – 2.016