SUSPENSO . .

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Porque, tal vez desde el calamitoso “que inventen ellos”, y desde mucho antes con la filosofía de la picaresca ramplona para ir mal sobreviviendo, el tema de la educación de una ciudadanía responsable y consecuente seguramente ha dejado mucho que desear. Seguramente porque llevamos siglos siendo súbditos, con aquel “¡que vivan las caenas!”.

                        Aunque luego resulte que la prueba del cargo y la culpa se eche al saco de nuestros muchachos y de sus más cercanos responsables, los maestros de sus primeras letras.

                        Y es que ciertamente la responsabilidad es achacable a muchos más de los que habremos de cargar con ella. Seguramente porque esa responsabilidad y esa culpa trascienda el propio marco de la enseñanza regulada, con sus luces y sus sombras. Tal vez y con firmeza porque la educación no es tanto motivo de confrontación política, en mala hora, asunto de los educandos de cada momento, sino asunto y responsabilidad de toda una sociedad entera. . . que ha de cifrar su presente y su futuro en su propio asentido de una ciudadanía responsable frente a una juventud susceptible de ser enseñada a eso mismo, precisamente, a comportarse dentro de unos parámetros cívicos y consecuentes.

                        Porque resulta que nuestros muchachos no se nos han caído de un guindo, ni son exclusivo asunto de maestros y profesores, sino más bien y también el reflejo de una sociedad que ha acabado como está acabando, al rebufo de unos líderes tan impresentables, corruptos e indignos como a diario podemos comprobar, ayuna de iniciativa y demasiado sujeta al subsidio y a la complacencia de los líderes, famosos y vistosidades que nos deslumbren.

                        Porque sería injusto aislar el asunto pedagógico reglado y oficializado como para dotarle de exclusiva responsabilidad.

                        Porque sin duda solo es preciso echar una simple ojeada al páramo que asola una sociedad entregada a la contemplación de su declive, sin capacidad de reaccionar y con entreguismo a la deglución fácil de lo acomodado, de lo inane, de lo amoral. .  .sin grandes preocupaciones. . . salvo el “sálvese quien pueda”, como sea y a costa de todo, obviando el esfuerzo y la auto superación, la estimación propia y el sentido de la responsabilidad ciudadana y cívica. .  .como para que nuestros hijos, nuestros muchachos tengan el ejemplo que les vaya. . . acomodando como sus mayores, sin la rabia decente de rebelarse y de superar a sus mayores anclados en la derrota anticipada y asumida.

                        Porque no es, a la postre, algo reducido al ámbito escolar y educativo. Precisamente porque la formación y la educación debería  abarcar algo más que el puro rendimiento escolar.

                        Porque la educación es tarea de todos, empezando por la propia que afecte a los adultos que habremos de ser algo más que serviles y compulsivos consumidores de la basura que nos ofrezcan. Naturalmente, porque el gusto por ser algo más que sujetos de bamboleo según las modas y las corrientes sería sin duda y como poco contagioso. 

                        Pero, en fin, siempre son recurrentes los datos para echarse en cara lo que se tergiverse y convenga en la pugna política y rastrera, mientras nos sigan importando una higa nuestros jóvenes, futuros consumidores de la hez que se les ponga a mano, que ya consumimos, nosotros, los adultos que ahora mismo volvemos a mirar . . . hacia otro lado.

                        Mientras se nos olvide que todos tenemos algo mejor que ofrecer que nuestros propios complejos, miedos y recelos, odios e inquinas, como para no saber aplicarlo también con nuestros muchachos, porque ellos también y seguro que tienen grandes potencialidades no explotadas, porque sin duda ojalá la educación consistiera en tratar “de sacar lo mejor de cada alumno” y no en un simple “entrenamiento para saber aprobar exámenes, pruebas, reválidas y otras zarandajas”.

                        Mientras algunos también de esta defección sacarán tajada para su digestión vil y mezquina.

 

                        Torre del Mar 4 abril 2.014