Tics

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”.  Para colmo, y por si no bastara con la acción exprimidora para con la clase media en lo referente al dinero, parece que nos preparan un ambiente “prebélico”, al menos de palabra, con los catalanes (ya veremos si también con los vascos; todo se andará). No en balde ya se apela a prohibiciones expresas de hipotéticas consultas; a la palabra “tanque” en algunos discursos; al  “ejército”; al artículo “155” de la Constitución…  Y es lo que uno dice, ¿cuando el chico o la chica quiere marcharse de casa no es mejor la comprensión, la moderación y la persuasión  en vez de la amenaza y el puñetazo en la boca?

Se observan algunos tics en nuestros muchachotes extremistas, especialmente los cultores del músculo,  (incluyendo a algunos de sus “intelectuales”) esos que alaban y se refieren  con términos épicos  a la acción de algunos policías entrando en el metro madrileño causando auténtico pánico en persecución de manifestantes  -¡ay la Transición! Cuando se ha visto a un rey guardando guarros, que decía mi querida madre- parecen tener la cosa clara y se decantan  por la mano dura. Es una opción, y nadie duda de su eficacia e interés (nuestra historia está plagada de ella casi monorrítmicamente). Pero no parece la apropiada, ni siquiera por vieja conocida. El desprecio al diálogo y la caza del discrepante oficial tiene sus consecuencias en términos de tranquilidad y paz, como todo en la vida.

A ello tendríamos que añadir la acción de algunos de nuestros ricos prohombres preocupados por colocar sus capitales a buen recaudo en el extranjero, al tiempo que quedan como hipnotizados ante la presencia de una señora alemana madura y proveniente de la Alemania comunista. ¿Qué fue de aquella unión de destino en lo universal  de nuestra infancia a cuyo altar no deberíamos dudar a la hora de sacrificar nuestras vidas?

¡No somos nadie!

                                                                              Aantonio Caparrós Vida