Pero la realidad es como es. Porque en realidad llevo cerca de quince años sin entrar en una sala comercial al uso para contemplar una película, desde que empecé a dejarme sorprender y molestar rodeado de espectadores, es un decir, que se empapuzaban literalmente de palomitas, gusanitos, patatas fritas y otras . . . menudencias por el estilo, todo ello muy deglutido con sorbos sonoros de agua, refrescos, . . . mientras la atmósfera se condensaba de cierto olor insoportable a ¿granja de pollo, a vertedero de basurilla indigerible? . . .
Hoy he ido a sacar unas entradas que me habían encomendado y he vuelto a reafirmarme en mi empecinamiento, no sé si justo o pejiguero, pero hoy según me iba acercando en la fila a la taquilla me iba embargando un pestazo dulzón y empalagoso a ¿granja avícola?, o eso me parecía, con un mostrador junto a la taquilla tras el que se ofrecía toda la panoplia imaginable de productos, no me atrevo a llamarlo comida, más nocivos que beneficiosos, en un alarde indecoroso de ingesta acelerada que comienza antes de irse a las respectivas salas, cargados los espectadores de montones de . . . ¿de qué?, pues eso, de palomiteras "porquerías" para ir llenando la barriga en un tris tras mientras se supone que se va contemplando la película, entre sorbo y sorbo, eructo y regüeldo . . . bien sabrosos, todo convertido en un comedero de ¿aves de granja?, ¿de convulsivas ingestas?.
Y uno tal vez sospecha que puede tratarse de un ¿vinagre? . . . que huye de ese despliegue tan "¡sabroso!", mientras uno echa en falta aquellos rituales a los que uno acudía a contemplar y disfrutar con el estreno del séptimo arte,natural!, venido ahora a entretenimiento colateral de "una merendola" de toda la pringue capaz de ser engullida sin parar.
Y uno sigue lamentando ser "un aguafiestas" pero no lo puede remediar.
Y además no quiere o no sabe ceder y entonces se pierde la ocasión de ver las películas más famosas en pantalla grande, ¡qué se le va a hacer!, y solo puede conformarse uno con ver esos estrenos en otros formatos.
Claro que también puede entenderse que uno solo es una víctima algo rancia de ¿los tiempos modernos?.
Pues por eso, y porque no soy capaz de recogerme para disfrutar de una sesión cinematográfica entre tanta familiaridad ¿gastronómica?.
Torre del Mar marzo – 2.017