A las 10 de la mañana del domingo, con el nuevo aparcamiento municipal del Palo con plazas libres, los conductores más incívicos seguían copando aceras y aparcando a su antojo en el entorno, ante la incomparecencia municipal.
municipal.
El nuevo aparcamiento municipal de la avenida Pío Baroja, en Echeverría del Palo, no sólo ha supuesto que haga mutis por el foro el gerente de Smassa; también, constata que, sin la ejemplaridad de las multas de tráfico, el conductor incívico se pasa por el arco del triunfo el nuevo parking y sigue haciendo de su capa un sayo.
Lo pudo comprobar esta sección el pasado fin de semana, con especial relevancia en la mañana del domingo, y eso que muchas personas reservaban las fuerzas para la Noche de San Juan.
Las esperanzas de muchos vecinos del entorno –El Palo y Pedregalejo– descansaban en que, con el nuevo aparcamiento, disminuiría de forma exponencial el caos de los aparcamientos a la buena de Dios durante la temporada de playa.
Como saben, el conductor incívico entiende que toda Málaga está a su disposición y que, por encima de las normas de tráfico y de urbanidad, prima su santa voluntad; de tal manera que la ciudad es para estas personas un gigantesco parking con plazas libres, y libre de prohibiciones.
El domingo, esta sección hizo la prueba y a una hora playera tan temprana como las 10 de la mañana, con el nuevo aparcamiento municipal con el cartel de Libre, ya había ristras de coches aparcados en la acera del arroyo Jaboneros, así como encima de otras aceras de las calles más próximas a las playas de El Palo, Las Acacias y Pedregalejo.
El desbarajuste se apreciaba en detalles tan enternecedores como un incívico aparcando al pie de una señal de prohibido aparcar. Cuatro horas más tarde, ahí seguía el automóvil, por supuesto sin una multa al canto en el parabrisas.
Lo que no sabían estos maleducados es que, en ese estrecho pasillo, escoltado por centenarios eucaliptos que dificultan el paso, se lo pusieron tan difícil a una joven que paseaba a una señora mayor en silla de ruedas que, para seguir adelante, tuvieron que echarse a la carretera y jugarse el físico.