Un jardín ‘secreto’ en el corazón del Palo

Hace unos años comentamos una historia truculenta, digna del urbanismo malaguita más alejado de las necesidades de los malagueños. Ocurrió durante la gestación de la urbanización Echeverría del Palo, que a mitad de los 70 se edificó en el antiguo campo de deportes del Colegio San Estanislao y en unas veteranas huertas.

En el centro de la urbanización se había reservado un espacio para un parque, pero gracias a los contactos adecuados del más alto nivel de la España de la época, se consiguió que la ‘molesta’ zona verde se trasladara de sitio a las afueras de El Palo.

Así que durante lustros, los jardines dedicados a Alberto Suárez, ‘Pipi’, que es el nombre del parque movido de sitio, estuvieron en el extrarradio del barrio, en lugar de servir de lugar de expansión a un entorno con mucha más densidad de población, que es lo que habría ocurrido sin las dichosas gestiones.

Frente a estas trastadas burocráticas, los vecinos del Palo, igual que ocurre en tantos barrios de Málaga con carencia de zonas verdes, muchas veces se han buscado las habichuelas ellos solos y han aguzado el ingenio y el trabajo en común con resultados maravillosos.

Uno de los jardines comunitarios más bonitos y frondosos de Málaga se encuentra en El Palo, en el patio trasero de unos bloques que dan a la calle Almería, y puede atisbarse a la perfección por cualquiera que pasee por allí desde la calle en cuesta dedicada a Rodrigo de Saavedra, gracias al gran desnivel existente.

En lo que podría haber sido un patio trasero sin gracia, recalentado al sol, el trabajo comunitario ha hecho posible un vergel adornado con tiestos y que hasta cuenta con una parra, en un discreto rincón, para disfrutar de las tardes de verano.ADDeja entrar lo bueno en casa al mejor precio.Deja entrar lo bueno.

La presencia de los vecinos es constante mientras riegan ficus, yucas, bunganvillas, claveles, geranios y una grandiosa higuera.

Aquí tienen, al pie de dos grandes edificios, un pequeño paraíso a su entera disposición, separado del mundanal ruido por una enorme pared que poco a poco se va cubriendo de plantas trepadoras.

Belleza, frescor y pájaros gracias al precioso y constante trabajo de estos vecinos.