Una marea naranja contra el cáncer

«POR solidaridad, porque es lo que se debe hacer y para inculcarle estos valores a la niña». Así defendió Puri, acompañada de su hija Marta, su participación en la Carrera de la Mujer NaturLínea, una marcha urbana de cinco kilómetros que ayer recorrió varias calles de la zona este de la capital para recaudar fondos contra el cáncer.

La jornada ya se intuía festiva. Y el éxito estaba asegurado desde varios días atrás, cuando la organización vio cómo se desbordaba cualquier previsión. Más de 4.000 mujeres, que se tradujeron en más de 4.000 euros que se destinarán a la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en su lucha para superar el cáncer de mama.

La jiennense Dolores Pulido se adjudicó la prueba, en la que todas las participantes se vistieron con una camiseta naranja que conformó una auténtica marea de color durante el trayecto.

Desde el paseo de la Farola, lugar de salida y meta, se podía presenciar un marco que invitaba a participar de la fiesta. En una jornada primaveral, el puerto presentaba un aspecto extraordinario. Con apenas un poco de brisa, el día contribuyó a disfrutar de esta iniciativa.

«¿Vámonos, vámonos!». Así alentaban al locutor de la prueba muchas de las participantes, dispuestas a afrontar los 5.000 metros de una carrera que cubrieron en poco más de una hora. Jóvenes y menos jóvenes; atléticas unas y otras algo menos. Abuelas, hijas y nietas. Hermanas, primas, suegras y nueras; mamás con sus carritos… Las protagonistas fueron ellas. «Hemos venido por los regalos que nos dan al final». Ése era uno de los motivos que tenían las gemelas de Álora Belén y Eva Infantes, de 12 años. O las amigas del Málaga Norte de balonmano, Laura y Miriam: «Nos gusta competir en cualquier deporte y la causa lo merece». Kate Eagle, británica afincada en Benalmádena, sabe de los beneficios del deporte. Incluso lo siguió practicando tras las sesiones de quimioterapia a las que se sometió por su enfermedad hace unos meses. «Es importante solidarizarse con este tipo de propuestas. Ayer fui yo, pero mañana puede ser otra», manifestaba.

O el caso de Pepi Molina, minusválida de 55 años. «Soy una más en la asociación y son mis compañeras las que me han traído. Lo aportado, en cualquier caso, es muy escaso». Molina cubrió todo el recorrido en su silla de ruedas.

DIARIO SUR