Vecinas del Palo con dolor crónico reclaman la piscina municipal frente al solar del futuro centro de salud, respaldada hace 9 años en un pleno municipal por todos los grupos políticos
Hace 9 años, en diciembre de 2015, una moción de Málaga Ahora, con el respaldo de todos los grupos políticos, instaba al Ayuntamiento de Málaga a incluir en el presupuesto de 2016 «una partida económica suficiente para iniciar la construcción de un equipamiento deportivo que incluya piscina y un aparcamiento municipal, que permita ampliar el pabellón municipal José Paterna», en El Palo.
Nueve años después de la moción, la presidenta vecinal Mercedes Pírez lamenta que ese respaldo por unanimidad se haya guardado «en un cajón», y que El Palo siga sin este equipamiento deportivo, previsto en una parcela municipal de 1.550 m2 frente al solar del futuro centro de salud del Palo.
Para evidenciar la necesidad de una piscina municipal cubierta en el barrio, hace unos días hablaron con La Opinión de Málaga tres vecinas con dolor crónico, porque no todo lo relacionado con una piscina se circunscribe al terreno deportivo.
«Cada uno de nuestros médicos nos derivaron a un taller del dolor que era la primera vez que hacía el centro de salud. Lo que nos transmitían todo el tiempo es que la rehabilitación la hiciéramos a través de actividades deportivas y que dejáramos la medicación», cuenta Julieta Moreno, de 57 años.
Esta vecina comenta que el centro de salud también vería bien esta instalación, para que los pacientes pudieran recibir programas deportivos.
Como recalca Julieta, que tiene una «escoliosis severa», en las cercanías hay piscinas privadas «pero son muy caras; las situaciones no son para pagar una piscina». «El taller del dolor ha estado muy bien pero nos ha faltado la práctica deportiva», sentencia.
«No puedo pagar 70 euros»
A su lado está Rocío Navas, de 38 años, que cuenta que desde los 10 años sufre dolor crónico y que hace siete le diagnosticaron fibromialgia. «Y la verdad es que lo único que puedo hacer es andar y poco más. Tengo tres niños, mi marido cobra mil euros y yo no me puedo permitir ir a ningún sitio a que me cobren 70 u 80 euros. Llevamos mucho tiempo luchando por una piscina, se iba a hacer y allí sigue estancada», critica.
Para Rocío, contar todo el año con una piscina cubierta municipal «sería una de las cosas que mejor nos vendrían».
Otra persona con fibromialgia es Carmen Andreu, de 41 años, que comenta que también tiene vértigo, es asmática y tiene temblores severos que están en estudio.
Carmen cuenta que aunque el taller del dolor ha estado muy bien, han tenido que permanecer mucho tiempo sentadas, ante la falta de actividad deportiva, «y tampoco podemos estar ni mucho tiempo sentadas, ni mucho tiempo de pie».
Julieta Moreno precisa que, aunque El Palo sea un barrio marinero, la playa no es la solución: «Tiene que ser una actividad dirigida por especialistas, en función de lo que tengas».
Para esta vecina, la reticencia a una piscina pública no puede ser que no sea rentable: «La rentabilidad no se puede medir en términos económicos de pagar entrada y obtener un beneficio. Si acudes a una piscina como alternativa a tomar una medicina y ponerte peor, el beneficio es que hay menos gasto público en Sanidad, además de beneficio social».
Para la presidenta vecinal, la piscina municipal «es una cuestión de salud, por eso la pedimos enfrente del centro de salud, porque está directamente relacionado».