V E R D Ú N

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La artillería, la aviación, los blindados, por primera vez, desplegando el espanto sobre los aterrorizados soldados. Las armas de repetición y las ametralladoras pesadas, las alambradas con concertinas, los explosivos plásticos . . . para que en el siglo XX la capacidad de matar seres humanos se perfeccionara e incrementará hasta el crimen que quedó . . .impune.

                                         En la batalla del Somme, solo en los primeros minutos había muerto 20.000 soldados.

                                         Me contaba mi padre que la primera vez que  se incorporó al frente, en la guerra civil española, se acurrucó al fondo e la trinchera y asomó, apuntando al cielo, su cetme por encima del parapeto que le protegía. Al poco tiempo, el sargento del batallón, gritando y jurando, obligó a mi padre a asomar la cabeza y a apuntar hacia el frente, paralelo al suelo y al miedo que su mirada apenas divisaba el horizonte . .  .atrincherado asimismo.

                                         Las guerras siempre han sido crueles, sin duda, y los crímenes se reconvierten en estrategias de Estados que desarrollan sus decisiones, puestas las presiones bajo la responsabilidad de los generales, para que las razones se carguen de muertos hasta provocar la rendición incondicional, con el balance monstruoso.

                                         En la primera guerra mundial se calcula que murieron del orden de 1.450 personas al mes. Sólo en Verdún, que se prolongó hasta diciembre, murieron más de 300.000 personas, 140.000 alemanes y 163.000 franceses.

                                         Al final del conflicto, el número de fallecidos ascendió a 9,3 millones de seres humanos.

                                         Sin embargo, y cuando terminó “la guerra para acabar con todas las guerras”, se inició la fragua de un horror todavía mucho mayor. Durante la 2ª guerra mundial el crimen alcanzó cotas aún más terroristas. Sin contar los desaparecidos. La última innovación inhumana y criminal.

                                         Así hasta la actualidad insoportable: Atentados, guerras de religión, agresiones militares, incursiones letales y preventivas, muertos y desaparecidos, inocentes reventados, asustados, huyendo del infierno que ya no puede acogerles ni un segundo más . . . hasta el horror que les aguardará al final del trayecto, incluso cuando ya crean que han alcanzado “territorio amigo” . . . porque cada día el miedo y el odio van enseñoreando la fraternidad universal que ya muere por incomparecencia criminal y culpable.

                                         Y Verdún ya ni siquiera es un aniversario inolvidable, insoportable de comprender. Solo es un presente sobrecogedor y deleznable.

                                         Todos víctimas del arte y la ciencia de matar que el hombre moderno ha sido capaz de desarrollar.

 

                             Torre del Mar    febrero – 2.016