En un despropósito insuperable y pavoroso, el ministro del Interior dio ayer la última versión, según informe de la Guardia Civil, que determinaba lo sucedido en la tragedia que acabó con la muerte, por inmersión y ahogamiento, según parece, sin añadir agravantes de fatiga acumulada, de pánico y pavor, a merced de los ridículos y rudimentarios salvavidas, contra el impulso de dejarse morir en el intento de escapar a su propio infierno, soñando con un paraíso que les cierra las puertas, que les devuelve a su desamparo insufrible, aclarando que el destacamento de guardias civiles, obedeciendo órdenes de sus superiores, naturalmente, utilizaron “métodos antidisturbios”, disparando “balas de goma, cartuchos de proyección, de fogueo. . .” contra el agua, afirma el señor ministro, con el objeto de hacer desistir a los inmigrantes, una turba amenazante y “violenta”, que nadaban o flotaban, para terminar ahogándose, antes de llegar a la costa española, sin que se considerase la oportunidad de intentar ayudar a esos seres humanos a escapar del mar, de su miedo, de su desesperación, de su agotamiento insuperable, lo que no lograron al menos catorce de ellos.
Y estas declaraciones se detallaron, por parte del titular del Interior, en contradicción palmaria y escandalosa con las emitidas en días anteriores por otros responsables, a las órdenes del ministro, como el Delegado del gobierno en Ceuta y el Director de la Guardia Civil que, además, amenazó con querellas a quienes osaran ¿calumniar? al benemérito Cuerpo.
Y en este trágico dislate se marea el tiempo para que avance y otros despropósitos ocupen los titulares y se logre el olvido más antes que tarde.
Mientras que al final de la comparecencia el inefable Esteban González Pons tranquilizara al señor ministro, muy preocupados ambos de haber salvado el “escollo contingente” de lo inevitable, con catorce cadáveres que sucumbieron en su intento desesperado y kamikaze de tocar el edén soñado. ¡Tal vez! . . . tras dos o tres años de peripecia infernal por llegar a ser nada y nadie en el ocaso de ¿la civilización que agoniza?. pues eso, sin que les preocupara otra cosa que “cómo había quedado la comparecencia”. . ¡Pues muy bien, seguro!, ¡faltarían ganas de echar por tierra tan buena voluntad de explicar que se ahogaron por . . . ¡vaya uno a saber!
Como en otro espectáculo que nos atormenta y no divierte, en los últimos días, con el ministro de Industria, muy grave, muy circunspecto, muy en su papel, explicando los términos de la nueva factura de la electricidad, en un galimatías estúpido y esperpéntico sobre no sé qué términos, tarifas, mercadeo a la baja o al alza de la luz, hora a hora, según los watios y tal y tal que no entiende nadie y con lo que pretenden entretener al personal, en un timo insondable de tres pares, como si fuéramos a creernos el tocomocho de los escualos que rondan y mordisquean y lanzan la dentellada y se quedan con la mejor tajada, una y otra vez, hora a hora, haciendo como que explican y se ponen a tiro del papanatismo de los crédulos y la indignación de los ciudadanos.
En un vacile que no tiene nombre, a cargo la factura, la cuenta, el monto y la propina de los paganos, tengan o no tengan para afrontar la cuantía del penúltimo desbarre de un gobierno que va y viene al buen tuntún de sus intereses. . . innegociables.
A la par que el juez Ruz reclama “colaboración” que no recibe de la Comunidad de Madrid, de siete Consejerías solo tres entregó la documentación solicitada por el juez, y sigue “sin pasar nada”, y la “enésima” alcaldesa, en Bormujos de la provincia de Sevilla, que recibió un bolso por cambiar su voto, ¡qué barato lo regaló!, como para que ahora diga que todo es mentira. . .aunque esté grabado, como los de la Comunidad de Madrid también insiste en que se entregó la documentación. . . y, ¡mala suerte! Se les ha perdido el resguardo de la entrega. . . y que siga la bola y la hedionda podredumbre de tantos y tantos miserables que no abandonan sus prebendas y su “inocencia infumable” . . . caigan quienes caigan . . . mientras nos van dando y ya huele. . .a podrido entre tanto desvergonzado.
¡Qué vergüenza!
Torre del Mar 19 – febrero – 2.014