Hoy amanece el verano
ardiente y seco
como una garganta anegada
de silencios, de miradas encendidas,
bajo la noche corta y a oscuras
del verano que calla y susurra,
a voces, surcando mares y silencios
las estrellas fugaces,
dejándose recordar tras un mágico
instante, un encantamiento efímero,
febril, bajo el verano que no quiere
acostarse, sobre la lámina de escamas
y cristales de sal, la mar tendida y somnolienta,
más allá del horizonte desleído,
en pos de la espernza que no cesa,
bajo la calma aguardientosa del verano
recién inaugurado,
al socaire de la noche desvelada,
por dejarse escuchar,
pudiendo atender las llamadas infatigables
de los humildes grillos,
en un impasse de relajo y
recuerdos
que zozobran en la memoria atildada,
recién desbaratada frente a la noche más corta,
saltando fogatas,
jurando promesas que no habrán de cumplirse
porque mañana . . .
volverá a amanecer. . .
y seguiremos siendo los mismos,
bajo la canícula prometida del verano
en ciernes,
del verano feraz y contenido,
olvidados los cantes de trilla
y despedidas las cuadrillas de segadores que ya no regresarán
por los caminos de polvo humillado,
bajo la serenidad de la noche que pasará volando
para acoger el alba de azul purísima,
contenidos los besos,
entrecruzadas las manos por sentirse
más cerca
bajo el cénit estival
que ya declina
recién . . . inaugurado .
Torre del Mar 21 al 22 de junio de 2.017